La política del BCE

La contradictoria economía europea: ¿estancamiento temporal o recesión?

La decisión del Banco Central Europeo de aumentar 50 puntos la tasa monetaria no fue bien interpretada por los mercados, que no logran decodificar todas las señales que da la economía: una actividad resiliente de los efectos de la guerra en Ucrania, menores subas de la energía que lo previsto y las acechanzas de EE.UU.

La primera reunión del año del Banco Central Europeo (BCE) se preveía tranquila y de trámite pese a las subidas de las tasas de interés de referencia, ampliamente esperadas, de 50 puntos básicos. Y así ha sido, no ha habido sorpresas, la comunicación apenas ha cambiado y está muy acorde con los datos que se han ido publicando.

Pero, aun así, la complejidad del entorno económico global hace que al BCE, y a los bancos centrales en general, les cueste explicar lo que están haciendo. Prueba de ello es la reacción de los mercados, que con caídas de las tasas a largo plazo, no están yendo exactamente por donde quieren ir los banqueros centrales.

En Europa, estaríamos ante un estancamiento temporal en lugar de una recesión, que en cualquier caso se esperaba que fuese suave. No obstante, las nubes sobre la actividad no se han despejado del todo.

Empezando por las incertidumbres que rodean al crecimiento, la economía europea ha evitado la recesión en el cuarto trimestre (que muchos preveíamos): ha crecido una décima y es posible que se empiece a recuperar durante la primera mitad de 2023.

Sin duda, la constatación de que no iba a haber recortes de gas este invierno ha ayudado a reducir los precios de la energía y a mejorar la confianza, lo que reconoce el BCE señalando que la economía ha sido más resiliente de lo previsto. 

Los bancos centrales siguen nadando entre aguas difíciles de estanflación, con una recesión que no se sabe si llega o no, una desinflación difícil de prever y dos shocks externos (guerra y COVID) aún más inciertos

La historia no varía mucho, estaríamos ante un estancamiento temporal en lugar de una recesión, que en cualquier caso se esperaba que fuese suave. No obstante, las nubes sobre la actividad no se han despejado del todo. 

Nubes en la economía 

La evolución de la guerra en Ucrania es una fuente enorme de incertidumbre, las subidas de tasas están empezando ahora a hacer mella en la actividad, y la posible recesión en los Estados Unidos (allí tampoco están claras las cosas, ya que el empleo se mantiene fuerte a pesar del impacto de las subidas de tasas en algunos sectores) puede arrastrar nuevamente a Europa.

Sobre la inflación, las dudas también son considerables. Tras sorprender al alza prácticamente durante todo el 2022, las sorpresas están siendo últimamente a la baja, pero la subyacente sigue presionando al alza y en tasas mensuales desestacionalizadas del 0,5% (como habría que medirla en estos tiempos de fuertes efectos base), que al anualizarlas quedan muy lejos del objetivo de inflación del BCE.

Lagarde reconoció el jueves pasado q.ue la inflación está evolucionando mejor de lo que previeron en diciembre (cuando anunciaron unas previsiones demasiado al alza), y señaló que los riesgos sobre la inflación están más equilibrados, pero quedan todavía muchas incógnitas

Christine Lagarde, la presidenta del BCE, reconoció el jueves pasado que la inflación está evolucionando mejor de lo que previeron en diciembre (cuando anunciaron unas previsiones demasiado al alza), y señaló que los riesgos sobre la inflación están más equilibrados, pero quedan todavía muchas incógnitas: cuándo tocará techo la inflación subyacente, cómo evolucionarán los precios de las materias primas (tras la reapertura en China y su efecto sobre la demanda global), cuánto subirán los salarios y si será un alza puntual para recuperar parte del poder adquisitivo o si tendrán más recorrido.

Ante estas dudas, el BCE mantiene su relato: que "tiene intención de" subir otros 50 puntos básicos en la reunión de marzo, como ya medio adelantó Lagarde en diciembre y que, a partir de ahí, decidirán reunión a reunión según los datos. El objetivo declarado es dejar las tasas en terreno restrictivo y mantenerlas ahí durante bastante tiempo.

Pero ese nivel de llegada no está claro cuál es y generó preguntas entre los periodistas, que tampoco terminan de ver por qué se mantiene la senda de subidas cuando la evaluación de la inflación es más positiva. Tampoco los mercados están muy convencidos.

Las tasas largas han reaccionado a la baja ante las señales de los bancos centrales de una ligera mejora de los riesgos, que nos acercan a las tasas terminales. Pero los bancos centrales, más focalizados en el medio plazo, quieren mantener el rigor antiinflacionista, y dejar claro al mercado de que van a quedarse durante bastante tiempo en esos niveles elevados. 

Algo que, de momento, no han conseguido, al menos en el caso de la Fed, ya que los mercados esperan bajadas de tasas ya este año.

En resumen, los bancos centrales siguen nadando entre aguas difíciles de estanflación, con una recesión que no se sabe si llega o no, una desinflación difícil de prever y dos shocks externos (guerra y COVID) aún más inciertos. No es extraño que les cueste decidir dónde van a llegar y comunicarlo bien. Y que les hagan caso.

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