ANÁLISIS

Europa y sus urgencias no se detienen en Ucrania

Mientras sigue la tensión entre Rusia y Ucrania, los líderes europeos se mueven, pero más preocupados por sus propias urgencias.

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La crisis en Ucrania se mantiene viva, avanza, con casi todos los componentes de lo que fue la guerra fría. No falta quien en el Pentágono evalué lo que podría ocurrir si allí llegaran a utilizarse armas nucleares (por si algo le faltara para recrear aquel pasado de tensiones constantes).

Mientras, los principales actores del conflicto siguen en sus roles. La Administración Biden azuzando militarmente, Moscú, mostrando y moviendo las piezas de su arsenal, mientras el jefe supremo, Vladimir Putin, dialoga pero a una prudentísima distancias de la Unión Europea (UE), y desde Kiev, se le reclaman sanciones contra Rusia por haber incumplido los acuerdos de paz del 2015 por el territorio de Donbás. Todos se mueven pero todo sigue en su justo lugar. Al menos por ahora.

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En tanto Europa presenta todas las caras posibles. Rostros que reflejan más sus necesidades y sus urgencias que su fortaleza como espacio común. El francés Emmauel Macron realizó un periplo entre Kiev, Moscú y Berlín, aprovechando su turno en la presidencia de la UE en un intento por encausar una negociación, aunque su verdadero interés en ese periplo es la de fortalecer su imagen de cara a su candidatura a la reelección en las elecciones de abril próximo.

Emanuel Macron, presidente de Francia

"Todo a su tiempo", viene repitiendo Macron cuando le preguntan si apostará a la reelección en el Eliseo. Si bien, las encuestas le sonríen, prefiere mostrarse activo. Sin importar que Putin lo sentara en una mesa a tres metros de distancia por más de cuatro horas, al estilo de aquel recordado sketch en "No toca Botón", el del "Mucamo Perkins". Ninguna fuente diplomática advirtió que allí haya participado algún émulo de aquel recordado personaje de Alberto Olmedo, que llevaba y traía los mensajes tergiversados entre la pareja que coqueteaba a esa distancia. Juzgando los resultados de ese encuentro es lo que nos permite el juego con aquella humorada televisiva.

El milagro que no se produjo

Y es que después de que Macron cerrase la ronda de visitas a Putin, al presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, y al canciller alemán, Olaf Scholz, un vocero del Eliseo salió a ventilarle a la prensa que el mandatario francés le había arrancado una promesa a su par ruso de que "no emprenderá nuevas iniciativas militares".

Vladímir Putin, presidente de Rusia

Un rato después un vocero del Kremlin, salió a desmentir de cuajo esa versión, "Moscú y París no pudieron cerrar ningún pacto. Simplemente, es imposible", le dijo a los periodistas en la capital rusa, el portavoz oficial Dmitri Roskov.

De inmediato fue Josep Borrell, el jefe de la diplomacia de la UE quien desde Washington salió en ayuda de Macron: "La visita del presidente Macron a Moscú ha sido importante, pero no ha producido un milagro..."

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Y es que por el momento, lo de Macron, no se trata de milagros, se trata de elecciones.

Lo mismo que la actitud de Scholz quien mientras el estadounidense Joe Biden no se cansa de advertir que si Rusia avanza sobre Ucrania el gasoducto Nord Stream 2, que llevará gas directo desde Rusia a Alemania, será habilitado, él no se pronuncia. Mantiene un silencio atronador al respecto, porque necesita de ese gas, mientras Bruselas le abre a Marruecos una línea de financiación de 1,6 mil millones de euros para distintos proyectos energéticos. Y allí está la piedra angular del conflicto: la energía.

Olaf Scholz, canciller de Alemania 

Los problemas de Boris Johnson

Pero mientras Europa se muestra desmembrada ante Putin, por allí perdido en su problemas anda Boris Johnson con cambios cosméticos de gabinete para calmar a las fieras de su partido, el conservador, que ya le quitaron el apoyo y viendo como su imagen se evapora, digno de cualquier final de esas fiestas que supo organizar en el 10, Downing Street y que son las consecuencia de todos sus males.

Boris Johnson, primer ministro de Gran Bretaña

Mientras, la investigación sobre la conducta del primer ministro sigue su curso. Van saliendo a la luz los magros resultados del Brexit, sobre todos en los controles aduaneros, y el caos en el abastecimiento, entre otros ítems. Responsabilidades que recaen en el primer ministro sin tiempo, en estos días para mirar hacia Ucrania o hacia ningún lado que no sea la Cámara de los comunes, donde pronto comenzará a dirimirse su futuro.

Entonces, mientras Ucrania como conflicto se va prefigurando con todos los condimentos de la guerra fría, Europa y sus distintos actores, se apoyan en ella, pasan de costado por la crisis, más preocupados por sus menesteres que por el futuro inmediato. Para eso está la OTAN y Biden, que en eso de amenazar y enumerar sanciones de antemano, tiene a su disposición archivo de sobra.

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