Análisis

El fin de una era

Por primera vez en 24 años, las boletas presidenciales no llevarán ninguno de los dos apellidos más gravitantes del oficialismo y la oposición. Ni Kirchner, ni Macri.

Empezó el fin de una era. No será el final de la identidad política kirchnerista, tal como pretenden varios dirigentes desde afuera y desde adentro del peronismo, pero sí habrá un salto de época. La figura más influyente de los últimos 20 años no será candidata en ninguna categoría. Su contracara ideológica, Mauricio Macri, tampoco. Por primera vez en 24 años, las boletas presidenciales no llevarán ninguno de los dos apellidos. Ni Kirchner, ni Macri.

El primo de Mauricio, sin embargo, será el aspirante amarillo a gobernar la Ciudad. Las tres consultoras que constatarán que Jorge Macri mide más que Fernán Quirós son Isonomía, Trespuntozero y Aresco. La tercerización de la decisión en estas tres empresas representa una salida diplomática, sin vencedores ni vencidos para la interna de Horacio Rodríguez Larreta contra Patricia Bullrich y, sobre todo, Mauricio Macri.

¿Estamos en la antesala de una nueva etapa política? Sí. Pero con inflación en tres dígitos anuales y pobreza superando el 40%, que sea nueva no es sinónimo de ordenada o estable.

Fernán Quirós, Horacio Rodríguez Larreta y Jorge Macri.

El encadenado de apariciones de CFK -del Teatro Argentino de La Plata al set de C5N, y de ahí a la Plaza de Mayo- busca darle orden al caos que se respira entre la militancia y la dirigencia kirchnerista. Una mezcla de orfandad, desconcierto y (toda una novedad) un principio de reproche hacia La Jefa. Cristina Kirchner les respondió como una madre severa que pierde la paciencia con facilidad. Como cuando les recomendó a sus feligreses afinar la lecto-comprensión. Ella, al igual que Macri, fue más pesimista y realista en el diagnóstico que su base de votantes. Los dos expresidentes se tuvieron menos fe a sí mismos que sus núcleos duros. Y así fue que se corrieron sin culpa, para decepción de sus fans.  

Por qué en las provincias ganan los oficialismos

Abortado el plan A, el de "Cristina presidentaaaaa", arrancó la alternativa. Que CFK sea la gran electora, pensando en la sobrevida del kirchnerismo a partir del 11 de diciembre. El día después. ¿Llegó "la hora de que los hijos de la generación diezmada en los setenta tomen la posta"? Eduardo Wado de Pedro se entusiasma con esa chance y esa frase de Cristina. El costo electoral de ese experimento puede ser alto. El ministro del Interior todavía esa una figura desconocida a nivel masivo. ¿O se impondrá la misma lógica que en 2019? ¿Una ampliación hacia el centro, eligiendo mejor al aliado táctico que cuando el dedazo benefició a Alberto Fernández? Mientras le reza al FMI para que apure los dólares que necesita como el agua, Sergio Massa se inclina por esta opción.

Cristina Kirchner en su aparición televisiva del pasado jueves en C5N.

El Ministro de Economía castiga en público a Martín Guzmán y, apenas veladamente, también a Alberto Fernández. El tigrense reclama orden político en el frentetodismo. Inmediatamente después, pretende que haya un programa, en guiño hacia CFK. Y finalmente, la aparición de un candidato de unidad que no se someta al desgaste de una PASO. ¿Quién sería? Si le preguntan a él, él. 

Axel Kicillof, en cambio, espera que el llamado que lo obligue a una mudanza forzada de Provincia a la Nación no llegue nunca. 

El 25 de mayo tendremos nuevas pistas sobre la apuesta y el armado que empieza a nacer. Cristina Kirchner, sin embargo, esperará una posta más para definir su estrategia: la elección tucumana del 11 de junio, puesta en pausa tras el fallo de la Corte Suprema. 

Así, se estirará por un tiempo este reality show confuso sobre el nominado cristinista. La única certeza al momento es la elección de Javier Milei como adversario preferido, en la hipótesis optimista de morder un balotaje, ya sea con candidato propio o prestado.

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