Ambigüedades y final abierto para la serie que escribe Cristina

Cual si fuera guionista de alguna popular serie televisiva, moderna prestidigitación de la vida que ella dice consumir a destajo, Cristina Kirchner siempre tiene debajo de la manga salidas alternativas para zafar de las encerronas más increíbles. La vicepresidenta aplica tanto los estereotipos del género que hace siempre lo necesario para caer bien parada y para que en el capítulo siguiente el público ya piense en otra cosa. 

En su afán por caer siempre bien parada o bien elucubra ambigüedades que le proporcionen una salida honorable a su libreto o manipula el discurso de tal forma que haga parecer, por ejemplo, que los que perdieron las elecciones en verdad no las perdieron. Así es la ficción.

Como además ella misma es la protagonista casi exclusiva de la historia que escribe a diario lo hace en primera persona, en una suerte de compulsión auto referencial que la aleja cada vez más de la realidad. Por eso, también dice públicamente (o manda a repetir y a repetir que "algo quedará") aquello que más le conviene a la trama para estimular el rating, aunque detrás de los cortinados verdaderamente pasen otras cosas. 

Un ejemplo bien claro es su flamígera prédica anti Fondo Monetario. En verdad, no importa si Cristina está o no de acuerdo con cerrar un programa con el organismo, algo que probablemente contribuya a darle el aire que necesita el Frente de Todos para reencauzar la situación, sino lo más relevante es que parezca que no lo está.

Por eso, el argumento que ella amasa a diario indica que la heroína debe maldecir en público la palabra "ajuste" aunque, para disimularlo, la inflación que el gobierno que ella integra ha sabido conseguir seguramente le apretará el torniquete de modo cruento a los más postergados. 

Por otro lado, Cristina dice para la tribuna que no hay que inhibir "el desarrollo" mientras toda la claque alaba regimentadamente un crecimiento que es apenas una recuperación, recita que la emisión no es causa única de la inflación y que el Estado es la panacea universal. Confusiones y equívocos al por mayor para salvar el relato.

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En medio del culebrón, la estrella pide públicamente recuperar los dólares que se fueron del país para aplicarlos a pagar deudas, como si en esa investigación no cayesen propios y extraños. Pero además, su concepción sobre la propiedad de las divisas la deja mal parada, ya que esos dólares son del sector privado y no del Estado, por lo que mal podría haber "fuga". 

Allí, el guión tiene una falla y ya están los creativos buscando un zafe, sobre todo para no tener que entregar los dólares que sacaron los amigos. Ya llegará el tiempo de retomar el capítulo sobre los culpables para que la fantasía sobre el Fondo salte por el aire y allí el final parece cantado, poner al organismo en la picota, ya culpable según Cristina de la renuncia anticipada de dos presidentes radicales (Raúl Alfonsín y Fernando de la Rúa). 

El FMI sabe todo esto y seguramente la estrategia de darle vueltas al asunto para que el público se enganche ha contribuido a poner en guardia a sus funcionarios más exigentes. Todo costará algo más, seguramente, mientras la guionista aún no tiene en claro cómo compatibilizar su radicalización con la necesidad de acordar con países que están del otro lado de su idealización del mundo.

Si hay algo que tiene la serie que visualiza la vicepresidenta es que los responsables siempre son los demás y en eso ella es una maestra a la hora de victimizarse y de repartir culpas. 

Más allá de la negociación con el Fondo, hay también muchos otros relatos que ha sabido hilar, transmitir y meter bajo la piel de sus seguidores, para que ellos los repitan a diario como loros aunque representen verdaderas falacias, como por ejemplo que el supuesto "endeudamiento" de Mauricio Macri nació de un repollo y obra de su maldad intrínseca y no de la acumulación de déficits que venían de antaño (la ex presidenta debería responder también por el endeudamiento que tuvo en sus dos períodos de gobierno) o asegurar que hubo una "mesa mediática y judicial" que se habría gestado como un guión de contraserie con el único y avieso propósito político de sacarla de la cancha y de complicarle la vida a ella y a su familia.

Justamente, la tirria de Cristina hacia los medios que no le responden es tan grande que en el acto del viernes pasado, dedicado a recordar la vuelta de la democracia, usó una lamentable comparación con los métodos de tortura de la dictadura militar con la "tinta de los diarios o con micrófonos en la televisión" de hoy para lograr la desaparición política de los dirigentes "del campo nacional y popular". 

Para ella, el despliegue de la prensa que sacó a la luz los trapos más sucios de los gobiernos kirchneristas eran el prolegómeno orquestado del "sello" que luego las "togas" de la Justicia le pusieron a las denuncias.

Otro de los protagónicos de esta serie que está escribiendo la vice son sin dudas los jueces, especialmente los supremos de la Corte. En la semana, ella mandó al ministro del área, Martín Soria, a entrevistarse formalmente con los cuatro magistrados que hoy integran el Alto Tribunal con un único propósito: hacer a la salida una declaración que los ataque, tras haberlos apestillado en la reunión con una serie de datos que había llevado escritos en un papel. 

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Toda serie requiere tener villanos y qué mejor para mostrarle a los fanáticos del folletín a medios y a jueces que no le responden a la protagonista, mientras ella con voz ronca le pide a la gente que "salgan a la calle cuando tengan que defender sus derechos".

Más allá de cualquier exceso intepretativo o de recuerdos descolgados, lo que resultó verdaderamente loco en el acto kirchnerista de la Plaza de Mayo es que mientras solicitaron unidad y comprensión a las fuerzas políticas, tanto ella como el presidente Alberto Fernández atacaron a quienes supuestamente deben acompañar lo que se pacte con el FMI

Es otro de los recovecos de la historia: cómo hacer para que parezca que todos están de acuerdo en hacer lo que se les impone y qué decir contra aquellos que no lo hacen, hartos de tanta manipulación.

Desde el Gobierno se especula que los opositores tienen una gran carga moral porque la deuda con el FMI surgió efectivamente en el período anterior y, aunque los necesitan, igual los vapulean para hacerlos responsables tanto si no se avanza como si se aprueba un ajuste, más allá de que aún no hay canales abiertos de diálogo formal para ir viendo en conjunto cómo van las cosas. 

"Nosotros no negociamos", ha señalado un referente de la coalición opositora para explicar que saben que se viene la "doble Nelson" y que lo único que prevé la Ley es la aprobación del Programa a 10 años que refleje la Carta de Intención que negocia el Gobierno a través de Martín Guzmán.

La verdad de la historia con el FMI es que todo está dado para ir hacia un achicamiento de las variables hoy salidas de madre, aunque ya se verá de qué intensidad es ese ajuste. 

Los cinco puntos que pueden extraerse del Comunicado que el viernes pasado produjo el organismo después de las reuniones técnicas que se llevaron a cabo con segundas líneas del Economía y el BCRA van por ahora en ese sentido y dejan abierta la posibilidad tanto para un barrido cuanto para un fregado, por lo que el equipo de cerebros que exprime los detalles para que se luzca la guionista principal ya le dará letra en ese sentido. Las ambigüedades del texto (especialidad del Fondo) ayudan a buscarle sabores gratos a la medicina:

 "entendimiento general sobre la necesidad de mejorar de manera gradual y sostenible las finanzas públicas, dando lugar al mismo tiempo a las tan necesitadas inversiones en infraestructura, tecnología y gasto social focalizado", podría entenderse como crecimiento y ajuste progresivo.

  • "abordar la persistente y alta inflación requiere un enfoque múltiple que implique una reducción del financiamiento monetario del déficit fiscal, una política monetaria adecuada con tasas de interés reales positivas y una coordinación de precios y salarios", sería un cierto aval al congelamiento y sólo un sendero de la emisión hacia la baja.
  • "esto debe estar respaldado por políticas para acumular reservas internacionales, incluyendo mediante la promoción de la inversión extranjera directa y las exportaciones", querría decir darle impulso a las ventas al exterior sin hablar del fin de las retenciones, por ejemplo.
  • "se avanzó en las medidas para desarrollar el mercado de capitales interno, fortalecer la efectividad del gasto público y mejorar las operaciones de política monetaria", podría ser una buena excusa para ir desarmando las Leliq, las mismas que el Presidente quería usar para aumentar el haber jubilatorio hoy comprometido frente a la inflación.
  • "acordaron que un amplio apoyo, tanto a nivel nacional en Argentina como de la comunidad internacional, también sería fundamental para el éxito general del programa económico", por lo que se puede inferir que si hay arreglo se van a conseguir fondos de otros organismos.

Todas las apariciones públicas de Cristina son en el fondo un gran acting que no descuida nada, ni sus caras de circunstancia ni su vestuario. El personaje de la "Reina de hielo" que protagonizó el jueves pasado sentada en su poltrona del Senado de la Nación contrastó notoriamente con la emoción del resto del recinto, cuando el renunciante Esteban Bullrich hizo el esfuerzo que hizo para brindar el alegato anti-grieta más extraordinario que se recuerde en el Congreso

Más allá de que no podía estar de acuerdo, porque ella es una de las gestoras e interesada de modo permanente en mantener abierta la cesura que divide a la sociedad, apenas se permitió un aplauso bastante distante por lo que se observó.

La serie aún carece de nombre y aunque los cerebros se exprimen al respecto es un dato que seguramente sólo ella conoce. En las redes la llaman "corazón vacío", pero aún con ese demérito la centralidad de Cristina hoy sigue siendo abrumadora para una gran parte del 33 por ciento que votó al FdeT en las últimas elecciones sobre todo, pero también para el resto de la política. 

A sus seguidores más fanatizados les gusta que así sea y a ese público (los que reciben las consignas masticadas para que las repitan y los que por ignorancia o conveniencia las difunden) se debe la vice, ya que son quienes la siguen a rajatabla, aunque ella les indique con el sonido de su flauta el camino hacia un río que los va a devorar. Gran final, aunque no está claro si habrá una nueva temporada.

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