Un Banco Central billonario, qué ironía

En diciembre próximo, vamos a tener un Banco Central billonario. Del lado del activo, las letras intransferibles y los adelantos transitorios, verdaderos "pagadios", alcanzarán el millón de millón de pesos. Son deudas que el Tesoro nacional tiene con el ente rector monetario. Las reservas internacionales, el otro activo de magnitud considerable, estarán en un nivel cercano a los
$ 250.000 millones, por lo menos hasta el 10 de diciembre. En el activo del BCRA, de cada 5 pesos, 4 pesos no valen casi nada, económicamente hablando. Del lado del pasivo, la base monetaria y las Lebacs, conocidos como pasivos monetarios, también rondarán el billón de pesos "castizo", en tanto el patrimonio contable apenas si superará los $ 40.000 millones, magnitud verdaderamente insignificante. El círculo vicioso de inflación-devaluación es el efecto macroeconómico de activos de muy baja calidad y pasivos amenazantes de la autoridad monetaria. Cuando comparamos el millón de millón de pesos de las Letras Intransferibles y los Adelantos Transitorios, activos de dudosa calidad, con un Patrimonio "contable" que ni llega a los $ 50.000 millones, estamos hablando de un patrimonio "económico" cercano al billón, pero "negativo". Por otro lado, los pasivos monetarios se quintuplicaron en los últimos seis años; en tanto las reservas internacionales "brutas" en dólares son la mitad de lo que eran a fin de 2009, cuando el Poder Ejecutivo Nacional empezó a deshacerse de la idoneidad en el ente rector monetario. Esta relación, pasivos monetarios versus reservas internacionales, deja en evidencia la realidad de una economía inundada de pesos y escasa en dólares, por lo menos los que tiene el BCRA. Seis años atrás esta relación arrojaba una paridad técnica de $ 4 por dólar ($ 200.000 millones, contra u$s 50.000 millones), hoy se aproxima a los $ 40 y, si bien no es una referencia del dólar de equilibrio, sí es una muestra contundente de lo difícil que resultará abandonar el corralito al dólar, conocido como "cepo".
Acá no terminan los problemas derivados del horrible balance del Banco Central, puesto que los pasivos monetarios dejaron de ser un instrumento de regulación monetaria. Esto es así, ya que los bancos comerciales tendrán colocados en el BCRA un billón de pesos entre encajes y letras, mientras por otra parte el Central le habrá prestado al sector público nacional el mismo billón de pesos. Por lo tanto, la autoridad monetaria se ha convertido en un "pasamanos" entre el sistema financiero y el gobierno nacional. En diciembre, el nuevo presidente de los argentinos encontrará a las entidades financieras con una exposición real al sector público adicional de apenas un millón de millón de pesos.
Otro inconveniente, bastante severo en este caso, es la nula caja en dólares de nuestra autoridad monetaria, proyectada al 10 de diciembre. Es incomprensible que las actuales autoridades económicas y monetarias no hayan hecho nada con el vencimiento del Boden 2015, maximizando la salida de dólares y es verdaderamente sorprendente que las ventas de dólares del BCRA en el bimestre previo a la elección del presidente, ahora, sea casi idéntica (entre u$s 5000 millones y u$s 6000 millones) a la del bimestre anterior a la reelección de Cristina Fernández de Kirchner. La época del año, tanto en 2011, como en 2015, es similar; también las magnitudes de ventas de divisas del BCRA; aunque 4 años atrás no existía el cepo que hoy sufrimos. Está claro que la desconfianza y el atraso cambiario son bastante peores hoy que cuatro años atrás.
¿Cómo recuperar a nuestro Banco Central? El estado de situación del banco de bancos, obliga al próximo gobierno a priorizar su recuperación. Después de analizar los diferentes rubros del balance del BCRA, su Directorio no puede aceptar más Letras Intransferibles e incluso el vencimiento en enero de 2016 de u$s 10.000 millones debería ser cobrado con un Bono público que pueda ser negociado en el mercado. Respecto de los Adelantos transitorios "extraordinarios" (hoy, bien ordinarios), sería recomendable proceder a su regularización, lo que en la práctica significa reducir gradualmente su stock, sin prisa pero sin pausa. Es indispensable salir del cepo cambiario, a través de una mezcla óptima; con una inevitable devaluación, junto a tasas de interés altas y positivas en términos reales y con ingreso de capitales que suavice el reacomodamiento macroeconómico con la externalidad de recuperar reservas internacionales. Será necesario un plan anti inflacionario exitoso, para que la "mezcla" sea lo menos amarga posible. También resultará imprescindible restaurar a los pasivos monetarios como instrumentos de regulación monetaria, siendo para eso necesario el abandono de la dominancia fiscal sobre la política monetaria. Otro objetivo prioritario es la capitalización del BCRA, renunciando el Directorio a distribuir utilidades al Tesoro nacional, durante varios años.
La política monetaria expansiva y la política cambiaria de atraso continuo produjeron estanflación a lo largo del segundo mandato de Cristina Fernández de Kirchner. Es obvio entonces que esas políticas deberán ser modificadas y sería "ideal" aprobar una nueva Carta Orgánica para el Banco Central, que reponga compromisos monetarios, que garantice la idoneidad del Directorio y que privilegie "reglas" sobre "discrecionalidad", porque esta última, en la Argentina de hoy, tiene un riesgo considerable de transformarse en "arbitrariedad".
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