Tormenta en ciernes: la nueva crisis de los veinte años

En 1939 Edward H. Carr, historiador británico, publicó “La Crisis de los 20 años dando cuenta del período inmediato posterior a la I Guerra Mundial y los errores que condujeron a la Segunda. Ese clásico resulta de lectura obligatoria para mirar el actual momento de transición ya que elabora reflexiones sobre los problemas de la ausencia de liderazgo internacional, la incapacidad de construir orden y los problemas de estabilidad que surgen cuando existen disputas entre quienes desean mantener un status quo que los favorezca y aquellos que quieren cambiarlo ya que no refleja ni su poder ni sus aspiraciones.

Carr, nos advierte de tres cuestiones políticas atemporales: primero, el tipo de régimen hace una diferencia en materia de política doméstica, pero no a nivel internacional. Autocracias y democracias tienden a parecerse en su comportamiento externo ya que las transiciones reafirman dos problemas: la llamada “sombra del futuro y la posibilidad de maximización oportunista.

Segundo, la “armonía de intereses es una construcción teórica útil en materia de legitimidad por parte de la potencia dominante; pero las situaciones de transición de poder internacional se caracterizan por cierto darwinismo el cual varía en intensidad.

Tercero, el voluntarismo -podemos cambiar- y el determinismo -no hay nada que hacer- son igual de nocivos para el liderazgo político que necesita reconstruir un orden donde coexistirán cierto grado de violencia legítima con reglas que orientarán las acciones en los años por venir. La ausencia de estadistas que comprendan la importancia del “día después , nos deja referencias y posiblemente con mayor grado de inestabilidad. 

La actual “crisis de los veinte años , comenzó exactamente con los atentados a las Torres Gemelas (2001), alterando la discusión interna en EE.UU. sobre su rol en los asuntos mundiales, dando lugar -luego de una etapa de internacionalismo liberal o expansionismo “suave - a una política de expansionismo “duro a mano de los entonces neoconservadores.

El marco dado por la guerra global contra el terrorismo y sus consecuencias aceleró los tiempos de China, Rusia, India y en menor medida Irán o Corea del Norte, para reafirmar sus políticas en términos de áreas de influencia y retención de privilegios territoriales como lo atestiguan los cambios en dos áreas críticas de la política internacional, Oriente Medio y Eurasia. 

Los poderes revisionistas tienen común una clara vocación para debilitar el orden democrático liberal, explotando las contradicciones del mismo, mostrando que se puede generar prosperidad independientemente del sistema político existente. Las democracias electorales consolidaron liderazgos autocráticos dispuestos a recuperar la “grandeza perdida, como señalara Vladimir Putin; y aquellos que dependen del acuerdo del partido llamaron a ocupar el “lugar que les corresponde como consecuencia del poder que acumularon, según la visión de Xi Jinping.  Esas son otras formas de decir “primero nosotros .

Los pilares donde descansaba la globalización se van a debilitar a partir de la crisis económica del 2008, la cual tuvo un impacto devastador en ciertos sectores económicos vulnerables a ambos lados del Atlántico, en especial en aquellos sectores que más se vieron perjudicados por los cambios acaecidos, fomentando la construcción de un imaginario bastante real: ¿Quién se ha llevado lo mío o aquello que me corresponde?

Aun cuando Obama, Merkel, Hollande y Cameron intentaron recrear algún tipo de legitimidad para la globalización occidental, el daño ya estaba hecho y el enojo con el sistema financiero, extendido. La destrucción del trabajo y los ajustes en la economía mundial demandaron respuestas del sistema político que difícilmente este pudiera brindar. La movilización de los “indignados abrió el camino para el fortalecimiento de líderes sin una visión, pero con un mensaje: “yo soy uno de ustedes .  

Era cuestión de tiempo que liderazgos en occidente refractarios a la globalización tomaran su lugar en forma de un nacionalismo centrípeto. El proceso de revalorización de las autocracias que comenzó en Europa del Este, se robusteció primero con el “Brexit , y meses más tarde con la victoria de Trump producto de un diseño institucional como es el Colegio Electoral. Si bien la buena noticia es que al menos por ahora no hay un liderazgo del estilo “vamos por todo en el sistema internacional, la idea de “primero nosotros tomo su lugar en todas las grandes potencias, remarcando cierto grado de hastío con las instituciones del orden económico y político liberal.

Esta etapa posiblemente se cierre en el 2021, año que varios analistas marcan como el fin de la transición del poder a nivel internacional.

De las crisis se puede salir mediante un consenso -el cual cada vez parece más difícil de alcanzar- o mediante ruptura. Carr nos recuerda que la ruptura con el orden precedente es más común y trágica y que suele tener consecuencias devastadoras para la humanidad. Con la llamada “trampa de Tucidides operando, hasta el momento la política internacional se encuentra entre el voluntarismo occidental y el determinismo de los revisionistas. Setenta millones de muertos en la II Guerra Mundial son testigos silenciosos de la salida por ruptura; en un mundo nuclear no estabilizado la salida de la actual crisis de los veinte años puede acarrear consecuencias desastrosas para la humanidad.

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