Scioli y Macri deberán abandonar la moderación si llegan al Gobierno

Cuando se ponen en juego los enconos individuales, el resultado suele ser lamentable aun si se obtiene la victoria en estas cruzadas de poca monta. Librar batallas donde hay poco para ganar y mucho para perder es en general una decisión política que nos permite ver de que madera están hechos cada uno de los muñecos de la política actual.

Vemos diversos ejemplos de dirigentes que parecen haber sostenido estoicamente una actitud que luce como la de poner la otra mejilla, pero que a juzgar por sus resultados fueron consecuencia de movimientos inteligentes.

Daniel Scioli es un ejemplo de ello, durante años fue atacado y vilipendiado por sectores del oficialismo con argumentos de los más diversos, sin que se pudiese encontrar en él una sola reacción. "Es de amianto, no tiene personalidad, tiene miedo", sindicaban periodistas y políticos que hoy miran con asombro como el Gobernador de la provincia de Buenos Aires es aplaudido de pie por la Presidenta.

No parece haber sido la paciencia sino la virtud lo que hasta aquí ha permitido que un hombre que manejaba una lancha y perdió un brazo en un accidente, se convierta en candidato presidencial más allá de todos los pronósticos.

Así las cosas, Danielito ahora es tildado de "imbécil", por Carrió quien suele hacer gala de una verba prolífica y una original capacidad de análisis. Seria ingenuo pensar que ella, que conoce este juego como pocos, hubiera realizado esta declaración sin conocer el revuelo que causaría, lo cual fue justamente el objetivo buscado.

Vale decir que en las configuraciones amigo-enemigo, Scioli ha demostrado saber elegir los tiempos. Sus enemigos fueron siempre los del gobierno, pero sin entrar en guerra abierta ya que para él no tenía sentido sobreactuar conflictos cuya solución no estaba en su poder y cuyo costo solo lo podía perjudicar. Hoy tiene al peronismo tradicional y a La Cámpora encolumnados detrás de su candidatura.

No es todo. Supo contener a los heridos y evitó ofender a los enemigos, no expulsó a nadie y se las ingenió para evitar rotular a propios y extraños.

En el marco de un país signado por la grieta, cultivó el perfil de moderado. No es un político de café, sino un dirigente que con su recorrido invita a revisar la soberbia de quienes tienen en su haber mas centímetros de prensa que votos propios.

El otro caso es el de Macri, que comparte la mirada sobre la gestión de los conflictos con un criterio casi oriental.

Cuando llegó al poder de la Ciudad le tenían menos fe que cuando había llegado a presidir Boca Juniors, y en ambos casos diligenció sus batallas en términos tales que la mayoría de las veces salió bien parado.

Atacado por su falta de profundidad al igual que Scioli, hace foco en una línea discursiva express, llena de referencias a casos concretos que intenta generar una empatía con el votante, lo cual no deja de ser un desafío más allá de la General Paz, para cualquier dirigente que no provenga de uno de los dos grandes partidos populares de la Argentina.

Son los términos económicos los que abrirán las puertas del conflicto central que tienen que abordar cualquiera de los dos que se alce con el poder en octubre. Aquí ya no será cuestión de posicionamiento sino de gestión concreta de una problemática que los tendrá en la primera línea de fuego.

Ambos lidiaron con batallas amargas como el conflicto docente en la Provincia, donde la buena ponderación de los maestros, aun en un conjunto de medidas de fuerza de larga duración no consiguieron hacer mella en la imagen del gobernador bonaerense; al tiempo que la batalla campal del parque Indoamericano o el escándalo de las escuchas no han sido óbice para la consolidación del proyecto político del Jefe comunal.

Los conflictos por venir se pueden dividir en dos, internos y externos. En el plano domestico deberán lidiar con un reacomodamiento de los precios relativos que dará lugar a ganadores y perdedores, abriendo un contrapunto nuevo sobre cómo reparten las cargas del esfuerzo futuro para retomar el sendero del crecimiento. El aumento de la productividad, desafío básico de toda economía, es el resultado del sacrificio sostenido de la sociedad no de un conjunto de anuncios que a todos les gustaría realizar.

El frente externo tendrá en el abordaje de la cuestión buitre su característica principal dado que el esquema de salida que recorra el gobierno en este aspecto permitirá anticipar cual será la orientación relativa a otras cuestiones pendientes en el plano internacional que han quedado a la espera de la solución de este problema.
Con independencia del modo que adopte un candidato u otro, no cabe duda de que a partir del 10 de diciembre veremos si la moderación de las formas se convierte en un estilo de gestionar las contradicciones principales o solamente en una vía política y comunicacional para tener alineada a la tropa al momento de dar noticias que no siempre serán agradables.

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