Para que triunfe el gradualismo, Macri debe lograr respaldo empresario contra la inflación

Ya está claro que el desafío del verano es la inflación. Esa es la razón por la que el presidente Mauricio Macri decidió lanzar una ofensiva que pueda frenar el alza imparable de los precios y advirtió a los empresarios con sanciones ejemplares, tal como lo anticipó El Cronista el último viernes. El desasosiego presidencial es directamente proporcional al impacto negativo que los aumentos provocan en amplios sectores de la sociedad. Si bien, buena parte de los argentinos responsabilizan del desmadre inflacionario al gobierno anterior, las demoras en mostrar algunos resultados por parte de la administración actual podrían ir consumiendo paulatinamente las simpatías iniciales de todo nuevo mandato.

En el contexto de la discusión interna que el macrismo tiene respecto de la economía, Macri ha optado por el gradualismo en vez de las teorías de shock para frenar la inflación, bajar el gasto público y reducir el déficit fiscal. El gradualismo, en principio, es la hipótesis preferida de quienes creen que la ortodoxia económica puede empujar a la Argentina a una caída demasiado profunda del consumo y a estancar al país en la recesión que ya lleva tres años. Pero, para asegurar el éxito de las recetas graduales, el Gobierno tiene que convencer o exigir a los empresarios que los aumentos no vayan más allá de donde comienza un camino sin retorno.

Macri ha sido empresario y viene de una familia de empresarios. Macri conoce a la mayoría de los empresarios de la Argentina. Entiende sus códigos y está al tanto de sus fortalezas y de sus debilidades. Ahora es el momento de lograr que lo respalden con pruebas concretas y ésa es una tarea en la que deberá involucrarse personalmente.

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