Macri y Trump, cara a cara

Mientras la región se debate sobre qué acciones tomar en torno a la crisis venezolana y el mundo aguanta la respiración por la escalada de tensión entre Corea del Norte y Estados Unidos, el presidente argentino, Mauricio Macri, se reunirá este jueves con su par norteamericano.

En estos meses de gestión del  Pro, quedó en evidencia el giro pragmático que tomaron las relaciones exteriores del país. Desde su asunción, el presidente Macri se propuso reinsertar a la Argentina en el mundo y en la persecución de ese objetivo ha trabajado su canciller. Logrando visitas sin precedentes ni antecedentes, Macri será de los primeros líderes latinoamericanos en ser recibido por Donald Trump.

La agenda está cargada de temas de gran relevancia. Pero no todos los temas pueden ser tratados en estas cumbres ni en estas circunstancias. Generalmente, los mandatarios no entran en detalles, con el fin de evitar roces innecesarios. Más allá de la búsqueda de espacios comunes de diálogo, como la lucha contra el narcotráfico, Macri intentará reforzar las relaciones bilaterales con el país y lograr uno de sus objetivos desde la campaña: conseguir inversiones para proyectos de gran escala, como por ejemplo Vaca Muerta,  como con todas las externalidades positivas que esto genera.

Macri y el equipo diplomático pueden ver la visita como una puerta a nuevos y grandes inversores. Primero comenzó por Europa: España, Países Bajos y Suiza. Ahora busca culminar este rally de visitas de Estado con el plato fuerte. También ofreciendo continuidad tras la histórica visita de su par Barack Obama.  Relaciones maduras, de confianza con la gran potencia del continente pueden generar un efecto contagio en los demás países que verán con otros ojos al país que demuestra una vez más sus deseos de "abrirse al mundo".

Las relaciones un tanto tensas con Estados Unidos parecen haber finalizado. En el haber de las gestiones kirchneristas quedan la Contracumbre de Mar del Plata del año 2005, la requisa y secuestro de un avión oficial de los Estados Unidos en el 2010, la batalla con los fondos buitre y con el juez Griesa, entre muchos otros. Tras el guiño de la administración democráta con la visita de Obama, muchos proyectos quedaron en el tintero, pero para la diplomacia argentina el cambio de color político parece no haber sido un gran escollo ya que pudo adaptarse y lograr los encuentros que se están llevando a cabo en estos momentos. Este sea posiblemente un momento bisagra en nuestra política exterior. El camino es nuevo, es claramente pragmático y por eso se distingue de nuestra extensa tradición en esta materia. Argentina hoy puede diferenciarse y también constituirse en el interlocutor que la región y Trump están buscando.

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