Macri ante la disyuntiva: ¿México o Estados Unidos?

El aumento de la tensión comercial entre México y EE.UU. mantiene en vilo a la región Latinoamericana, pero para la Argentina se puede convertir en una oportunidad. Para el Presidente se presenta la disyuntiva de hacia dónde estrechar lazos bilaterales.

“Una de las primeras cosas que haré como Presidente será llamar al Primer Ministro de Canadá y al Presidente de México y trabajar con ellos para reparar el NAFTA . La frase corresponde al expresidente Barack Obama, crítico férreo del NAFTA durante la campaña presidencial de 2008.

“Voy a detener cualquier acuerdo de libre comercio que elimine empleos o reduzca salarios, incluyendo el Acuerdo Trans-Pacífico . Esta segunda afirmación es de Hillary Clinton durante la campaña de 2016.

Hay dos formas, ambas correctas, de interpretar estas promesas. La primera es que una cosa son los políticos en campaña y otra cosa muy distinta, los políticos en el poder. La segunda es que las tendencias proteccionistas en EEUU no son producto de un exaltado señor Trump, sino que surgen de un creciente descontento de una parte importante de la sociedad estadounidense que no se ha visto beneficiada por la globalización y presiona a sus dirigentes por un cambio.

Lo concreto es que la primera economía del mundo se encamina ya desde hace varios años hacia una política más proteccionista, menos comprometida con las instituciones internacionales y las reglas comerciales que ella misma impulsó en los años 1990. La llegada de Trump, por supuesto, acelera los tiempos.

Desde el inicio, el gobierno de Mauricio Macri se ha mostrado en contraposición con la postura proteccionista que encarna Donald Trump, rescatando el valor de la integración de Argentina y el Mercosur con el mundo y favoreciendo una mayor apertura de la economía a los flujos de comercio e inversión. Esa misma postura ha llevado a la Argentina hoy en día más cerca de México, con gestos claros del mandatario argentino en contra de la política proteccionista y anti-inmigratoria del gobierno Trump, y a favor de una mayor integración comercial con la segunda economía de la región.

A primera vista, la apuesta de Macri a favor de México y en contra de Trump podría parecer contra-intuitiva, pero lo cierto es que exceptuando algunos sectores donde las exportaciones argentinas son muy dependientes del comercio con EEUU (biodiesel, aluminio, vino, jugos, té y otros productos regionales), el impacto de una retracción del comercio con EEUU en la economía argentina sería relativamente menor. Las exportaciones argentinas hacia EEUU representan menos de 1% del PBI local. A su vez, el intercambio entre ambos países es estructuralmente deficitario para el nuestro, que acumuló en 2016 un déficit total con EEUU (incluyendo bienes y servicios) cercano a USD 8 mil millones.

Por otro lado, más allá de las buenas relaciones que cualquier país busca mantener con la primera economía del mundo, Argentina y EEUU son economías competitivas, no complementarias. Los productos alimenticios de EEUU compiten con los de Argentina en el resto del mundo. De hecho, EEUU es el primer exportador de alimentos del mundo y el primer proveedor de alimentos en Asia, incluyendo a China, Japón, Filipinas, Tailandia entre otros países con grandes poblaciones en desarrollo. EEUU también es el primer exportador de alimentos a México, una economía que importa alrededor de USD 24 mil millones de alimentos, de los cuales Argentina actualmente sólo provee USD 120 millones (o sea apenas 0,5%). Un escenario de mayor proteccionismo de EEUU y de tensiones crecientes entre Peña Nieto y Trump puede ser, en este sentido, una oportunidad para Argentina en un mundo donde no abundan los nuevos mercados de exportación.

Sin embargo, una mayor integración con México no es tan simple; requiere definiciones claras sobre el rumbo económico argentino. Un TLC con México, como propuso Macri en su reciente reunión con Temer, implicaría abrir los sectores industriales de ambos países a la competencia de un país con salarios mucho más bajos. En particular, un TLC con México requeriría modificaciones en la estructura actual de integración con Brasil en el sector automotriz; algo que hasta el momento todos los gobiernos argentinos desde el inicio del Mercosur han tratado de evitar.

En todo caso, el mundo se encuentra ante una encrucijada clave, y nuestro país deberá definir qué estrategia va a adoptar, tanto a nivel local como en el ámbito internacional. Hay que recordar que en diciembre, Argentina será sede de la primera conferencia ministerial de la OMC desde la llegada de Trump al poder. Habrá muchas expectativas sobre la posición que adoptará EEUU sobre la OMC y el futuro de la ronda de Doha. Más importante aún, Argentina asumirá la presidencia del G-20, el principal foro de coordinación económica del mundo, a partir de la mitad de este año, cuando finalice la presidencia de Alemania. Su rol consistirá no solo en ser el organizador de la reunión de Líderes y presidentes en 2018, sino también en plantear la agenda de trabajo del Grupo durante el año. En este sentido, la Argentina estará sin quererlo en el centro de un debate que lo excede sobre el rumbo de la economía global y estará obligada a tomar posición.

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