La recesión, la lluvia y el paraguas sobre los resultados del segundo semestre

Siempre que llovió, paró. Ese fue el espíritu del comunicado que emitió anoche el Palacio de Hacienda, para amortiguar un poco la difusión de los indicadores de actividad con los que le tocó al Indec volver al ruedo.

La apelación al clima no fue una metáfora, sino una justificación lineal. La cartera que conduce Alfonso Prat-Gay remarcó que la extraordinaria cantidad de días con lluvia que tuvo abril (fueron 18, contra 6 del 2015 y 9 promedio de los últimos tres años) provocó una inusual caída en la construcción, de 24% anual.

El Gobierno sabe que fue responsable del freno del primer trimestre por la parálisis en los pagos y contratos ya licitados de obras públicas. Pero el esfuerzo por recomponer este contexto, literalmente, quedó aguado. Hacienda también señaló que la emergencia estadística le impidió al ente estadístico mostrar el indicador sin estacionalidad, lo que hubiera suavizado las cifras.

Similar efecto tuvo la actividad industrial, con caídas en la producción de carne, lácteos y molienda de cereales y oleaginosas. Sin embargo, en el primer cuatrimestre la mitad de las ramas industriales que mide el Indec ya tuvo subas interanuales (textil, caucho, impresión, papel, químicos y alimentos). Por eso habla de estancamiento, antes que de caída.

El Gobierno sigue esperando indicadores más favorables. El BCRA sigue apostando por una inflación de 1,5% en el último trimestre y justifica el sendero bajista de las tasas con la desaceleración de las últimas dos semanas de mayo. El segundo semestre está cada vez más cerca, pero cambiar las expectativas no será fácil. Con tanta lluvia a la vista, cuesta más creer en los pronósticos.

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