La pulseada entre Scioli y Macri empieza a parecerse a la de Dilma y Aécio en Brasil

Mauricio Macri necesitaba la victoria amplia que Horacio Rodríguez Larreta consiguió en la Ciudad. Y la necesitaba porque el golpe de perder en Santa Fe hace tres semanas lo había puesto al borde del knock out. El triunfo posterior en Mendoza le había dado oxígeno pero le hacía falta un resultado propio que nadie discutiera. En estos 20 días, logró salir de la burbuja de soberbia que le había armado su consultor, Jaime Durán Barba. Y escapó del rapto de ingenuidad de la "pureza PRO" para volver a estrechar los lazos con sus aliados y extremar el esfuerzo organizativo en la decisiva provincia de Buenos Aires.

Daniel Scioli, en tanto, corrió a La Rioja para intentar con el triunfo peronista en la gobernación de una provincia pequeña al menos el equilibrio simbólico de un súperdomingo adverso en los otros cuatro distritos donde se disputaban elecciones. El candidato oficialista le ha dicho a sus colaboradores que la designación de Carlos Zannini como su candidato a vice le bajó su techo por debajo del 40% de la intención de voto nacional. Y que, por eso, necesitará subir algunos puntos en el mes que resta hasta las PASO del 9 de agosto para conseguir el objetivo imprescindible de ganar en primera vuelta el 25 de octubre.

Más allá del desafío que aún plantean Sergio Massa y José Manuel De la Sota, la disputa entre Scioli y Macri empieza a parecerse cada vez más a la pulseada que en Brasil llevó a Dilma Rousseff y Aécio Neves hasta un ballotage apretadísimo que la presidenta logró inclinar a su favor por apenas tres puntos.

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