La limosna no crea empleo decente

Se anuncia subvencionar, en favor de los empresarios, el pago de las cargas sociales, como una medida destinada a favorecer la creación de empleos con bajos salarios, reduciendo y mejorando una ilusoria competitividad .

La exención a los empresarios de pagar contribuciones la hemos vivido varias veces.

La más recordada, en los años 90, costó -gracias al 1 a 1-, más de u$s 3.500 millones anuales que pagamos todos, mientras los empresarios incumplían la promesa de crear empleos decentes. Fue una histórica frustración popular, inolvidable limosna millonaria para los empresarios.

En ese mismo decenio, en 1995, el presidente francés de centroderecha gaullista, Jacques Chirac, indignado, públicamente denunció a los empresarios franceses haberse embolsado exenciones de cargas sociales sin crear los empleos prometidos. Ello lo llevó a modificar sustancialmente la medida -llamada despectivamente aumone (limosna), e impulsando ante la Asamblea Nacional la ley 95-502 del 11 de junio de 1966, castigando a los empleadores incumplidores. En la misma época, el Consejo de Trabajo belga verificó similar incumplimiento empresarial evaluando que las exenciones a los empleadores habían sumado el equivalente total de 45.000 millones de francos belgas, en tanto se habían creado tan solo 11.000 nuevos empleos; ello hacia llegar el costo de cada uno de los empleos creados a la bonita cifra de ¡u$s 150.000 dólares! Todo muy parecido a lo ocurrido en Francia y en nuestro país en esa década fatal del 90.

La Comisión Europea en su Broad Economic Policy guidelines en mayo de 1999, un poco la responsable de alentar en la U.E. la solución final de la exención de cargas a empleadores para empleos de bajos salarios, estimaba que en las condiciones aplicadas, las exenciones de este tipo, financiadas impositivamente, podrían a largo plazo crear empleo en un porcentual de tan solo un 0,6/1,0% ; vale decir que a riesgo de exención-costo multimillonaria, se obtendría la creación de muy pocos empleos estables. Decía la Comisión que "esta medida de exencion de cargas a los sueldos bajos contiene, además, muchos imponderables".

El proyecto de eximir dadivosamente a los empresarios , era de esperar, recibió en menos de 24 horas el rechazo oportuno terminante del triunvirato CGT.

Pareciera no haberse previsto fuentes genuinas de financiamiento para cubrir los montos eximidos que inexorablemente deben ingresar a los organismos previsionales.

¿Qué hará entre tanto nuestro flamante ministro de Hacienda en un año de elecciones?

¿Ajustará economías en procura de ahorros presupuestarias para dar limosnas a las Pymes que inexorablemente incumplirán promesas de empleo? ¿O terminaremos pagando todos una nueva frustración?

Sin financiación se va progresivamente al desfinanciamiento del sistema de seguridad y ya sabemos, por experiencia, como ello termina.

Los antecedentes ponen incluso en evidencia los peligros de disponer de lo ajeno y debería reflexionarse del porqué este tipo de exención o reducción de cargas sociales haya sido abandonada, después de los resonantes y costosos fracasos.

La dificultad de una sana financiación a la limosna empresarial y el fracaso subsiguiente, serían algunas de las causas.

Los empleadores, recordemos, no crean empleos porque el Gobierno anuncie que le subsidiará el pago de sus cargas.

Gerard Lyon Caen, el gran maestro francés del derecho laboral, decía: ".. la creación de empleo la gobierna el carnet de pedidos: si hay demanda, hay ventas, si hay ventas hay ganancias y hay empleo; si no hay ventas, los empresas sin ganancias no aceptan un empleado, incluso gratis".

Henry Georges, el siglo XIX, en carta al Papa decía que los sindicatos "son como los tigres: no se alimentan de mariposas.." Los empresarios tampoco ellos piden limosna... con nada a cambio.

No obstante, no son las dádivas los que alientan la creación de empleos sino la demanda garantizada de bienes y servicios; casualmente la que aquí esta faltando, donde el consumo privado y público representa mas del 70% del Producto.

Estamos a tiempo de que el señor Ministro de Trabajo, por sensibilidad propia y presión ajena, descarte los anhelos un tanto apresurados del flamante Ministro de Hacienda y evite una grave y nueva devaluación social.

Ella ocurriría al intentar ilusoriamente, crear, costosamente, empleo de mala calidad. Recordemos lo ocurrido ejemplarmente en Estados Unidos donde mediados de los años 90, al degradarse las condiciones laborales, disfrazando el desempleo, se acentuó el proceso de crear 54 millones de trabajadores pobres, (poor worker). Hoy, son quienes, incrustados en una realidad cada vez mas precaria y riesgosa , continúan padeciendo, situación ésta evidenciada en la reciente elección presidencial.
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