La importancia de tener un buen relato (y mantenerlo)

La experiencia humana es caótica, y según la filosofía, es necesario ordenarla para vivir con tranquilidad. 

Las campañas políticas son un cuento: las buenas tienen una narrativa que logran transmitirle emociones e ideas a los votantes. Si los ingredientes de esa combinación explosiva son los correctos el resultado final será un mayor caudal de votos. Desde ya que este asunto del relato no es propiedad exclusiva de un ámbito de nuestras vidas sino que nos atraviesa desde siempre. Es la manera que tenemos de enfrentarnos a un mundo que es hostil y desordenado.

"Los relatos son una práctica que muy probablemente haya estado junto a los seres humanos desde el comienzo de la historia, en esa ficción que tenemos de un grupo de personas alrededor de una hoguera contándose cuentos", plantea Lucas Bucci, guionista y doctor en filosofía por la Universidad de Buenos Aires. "Los nenes desde chiquitos comienzan a aprender este género particular que es la narrativa."

Ilustración: Mercedes Mares.

Es más, parafraseando a Hannah Arendt en "De la historia a la acción", es la imaginación la que nos permite ver las cosas con su verdadero aspecto, poner aquello que está demasiado cerca a una distancia prudencial para lograr comprenderlo y cerrar la brecha que nos separa de aquello que está demasiado lejos para verlo como si fuera algo familiar. Y si bien el relato es una historia, no es la Historia con mayúsculas. No es lo mismo porque la historiografía posmoderna no considera que esta última sea un relato sino que es una ciencia y, por tanto, no necesita de un argumento (como sinónimo de relato), de acuerdo a lo que explica Gabriela Margall, historiadora UBA y escritora de novelas históricas. 

Entonces, los relatos son historias chiquitas, esas que nos contamos y que usamos para comprendernos entre nosotros. Y para alguien que cuenta historias es fundamental tener un buen argumento, "un relato armado cuyas partes se relacionen orgánicamente: cada parte afecta a la otra y la condiciona", en palabras de Margall con el sombrero de escritora sobre su cabeza. 

De vuelta a la cuestión política, lo que se enfrentaron en las últimas elecciones fueron relatos diferentes. En 2011, Cristina Kirchner basó su campaña "en un voto retrospectivo con referencias a logros pasado y donde mostró los beneficios de una serie de decisiones políticas" para algunos sectores de la sociedad, argumenta Natalia Aruguete, investigadora del Conicet y de la Universidad Nacional de Quilmes. Mientras tanto y ante la crisis, el presidente Mauricio Macri tuvo que cementar su camino "en una promesa de renovar el esfuerzo por lograr, en un futuro cercano, iniciativas que no logró concretar en esta gestión". En ambos casos, la Historia se convirtió en pequeños relatos que eran –o no- ciertos para cada interlocutor que los recibía. Como dice Bucci, "un buen relato te mete en la historia, te hace olvidar del lugar en el que estás y te transporta a otro bien distinto" y por eso su creación se convirtió en un ámbito muy profesionalizado. 

"Si no podemos contar lo que somos y lo que hacemos, no somos tan creíbles. Un buen relato organiza, estructura y puede generar identificación", reitera Fiorella Laurenza, dedicada al Change Management en Transportadora de Gas del Norte "Tener un buen relato es lo que nos permite sobresalir entre el murmullo comunicacional", agrega Juan Pablo Mantecón, un licenciado en Relaciones Públicas con 15 años de experiencia. 

"Somos del mismo material del que se tejen los sueños, nuestra pequeña vida está rodeada de sueños", escribió William Shakeapeare hace más de 500 años. Es verdad. 

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