La Argentina de la confrontación debe dar lugar a una selfie donde estén todos

La transición en el poder siempre es un momento especial para los empresarios. Y el día de ayer dejó imágenes que ilustran la incertidumbre que reina entre los hombres y mujeres de negocios. Por un lado, las principales entidades empresarias (las asociaciones de bancos ABA y Adeba; AEA e IDEA) saliendo en defensa del presidente del Banco HSBC, Gabriel Martino, luego que el Banco Central le revocara el mandato y pidiera su reemplazo en 24 horas. Los directivos de las principales empresas de la Argentina hablaron de falta de garantías constitucionales y reclamaron que sea el Poder Judicial el que defina si un banquero está o no en condiciones éticas de ejercer su función en una entidad privada.

La otra fotografía es la de los dirigentes de la Unión Industrial Argentina, que ayer celebraron su aniversario junto al candidato oficialista, Daniel Scioli, al ministro de Economía, Axel Kicillof, y a varias figuras del kirchnerismo. Los candidatos opositores no estuvieron y en el discurso de Héctor Méndez no hubo rastros de las fricciones por el caso HSBC. Todo lo contrario: hubo brindis, hubo risas y hasta selfies.

El contraste es confuso y deja en evidencia hasta dónde llegan las marcas de la confrontación. Queda claro que, sea quien sea el próximo presidente, el poder político y el económico deben acordar nuevas reglas de juego. Las reglas de una Argentina en la que se pueda disentir democráticamente y en la que ningún dirigente crea que la salvación de uno sólo puede ser independiente del bienestar de las mayorías.

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