Grieta monetaria y dólar: bronca de bancos locales y peleas en el directorio del BCRA

Bronca y escepticismo. La semana pasada, la provincia de Buenos Aires emitió bonos por u$s 1250 millones. Para hacerlo utilizó unos pocos bancos, entre ellos, a JP Morgan, que colocó la totalidad de los títulos y logró cortar una tasa de 9,37% anual. El dato es que en la jugada, se dejó afuera a numerosas entidades financieras que querían participar de la colocación (muchas de ellas de capital nacional) y que, según señalaban el jueves a última hora las propias entidades, podrían haber realizado ofertas incluso para bajar esa misma tasa (a mayor oferta, mayor precio para el bono, baja el rendimiento).

En la traducción, Buenos Aires podría haberse financiado más barato. Sin embargo, estos bancos que quedaron afuera, que tenían clientes que querían comprar bonos, debieron esperar hasta el día siguiente para hacerse de los mismos en el mercado secundario. La sorpresa vino cuando las entidades colocadoras les ofrecían esos mismos títulos pero dos dólares más caros por cada lámina de u$s 100. Así, por subcolocar los bonos, las entidades que habían sido incluidas en la primera ronda se alzaban con un adicional que en el mejor de los casos arrojaría la friolera de hasta u$s 24 millones. Para algunos, el modelo se parece mucho al de la reventa de entradas...

Quien sigue de cerca el desempeño de los bancos es Federico Sturzenegger, presidente del BCRA. Ya pasado su encontronazo con el ministro Prat Gay, -a quien algunos apodan "Capitán Hielo" por la forma en la que levantó el cepo con "pocas palabras, sangre fría y nada de liquidez"-, el titular de la entidad monetaria le pidió a los principales banqueros que presten atención a los niveles de tasas que ofrecen en sus plazos fijos, y que si corresponde, los suban.

Dicho de otro modo: no quiere que la demanda se concentre en las Lebacs, que paradójicamente son hoy el foco de los principales fondos de inversión que están entrando dólares y apostando en pesos, pero a corto plazo. "Sturze" viene de un fuerte desgaste emocional en los últimos días: de diez directores que tiene el BCRA, tres son exégetas del macrismo y, a la vez, discípulos del inefable dueto Kicillof-Vanoli. Precisamente las líneas gerenciales del BCRA suelen recriminarle a Sturzenegger que no se puede trabajar con "infiltrados" de la gestión anterior. Por si fuera poco, uno de estos directores K, Pedro Biscay, ex "cruzado anti bancos" y famoso por haber encabezado durante el reinado del cepo cambiario los operativos en la City porteña, se trabó en una discusión pública y teórica con Sturzenegger porque no quería subir las tasas de interés para frenar el dólar. En rigor, el propio Biscay -ahijado político de Alejandro Vanoli a quien asesoró cuando éste estaba en la Comisión de Valores y renombrado no sólo por su impronta hipster-vintage (es un vegano anti-mainstream declarado), sino también por haber sido quien promovió el escrache a Domingo Cavallo en la UCA allá por 2014- se cansó de inquietar los pasillos de la institución criticando al actual presidente.

Pero todo habría tensado aún más la situación cuando el último martes publicó una columna de opinión en el diario Página 12 donde dejaba en claro que no compartía nada de la política monetaria que está llevando adelante el BCRA, es decir, la entidad de la cual él es uno de los directores. La pieza periodística, titulada "Monetarismo y supervisión financiera", se dedica a la poco frecuente tarea de demoler en términos teóricos todos y cada uno de los argumentos que el propio Sturzenegger está llevando adelante.

"Las autoridades que asumieron funciones a partir del diez de diciembre redefinieron la estrategia de política monetaria subordinando los objetivos que la Carta Orgánica establece en el artículo tercero al control exclusivo de la oferta monetaria", escribe Biscay, haciendo referencia a la posibilidad de contrarrestar las "tensiones estructurales del mercado cambiario" junto a las "distorsiones en la dinámica de intermediación financiera".

En el artículo Biscay se queja de las actuales autoridades del BCRA están "focalizados en sostener que la emisión produce inflación" y que "asumieron el desafío de reducir el ritmo de crecimiento de la base monetaria" cuando, según Biscay, la evidencia de lo ocurrido en 2015 indica lo contrario. En ese sentido, Biscay se despacha con que "el deseo de controlar los agregados monetarios generó hasta el momento una abrupta devaluación del sesenta por ciento, seguida de movimientos bruscos y erráticos en la tasa de interés de referencia, pérdida de reservas, encarecimiento y caída del crédito y pérdida en la confianza del consumidor financiero".

Paradójicamente, Biscay, quien para muchos podría haber sido "perdonado" en el directorio a cambio de información relevante para la actual gestión de la entidad sobre las travesuras de la beautiful people vanolista, no hace referencia en el artículo a su propia situación en la investigación que lleva adelante el juez Bonadío sobre la denuncia presentada en noviembre pasado por los legisladores Federico Pinedo y Mario Negri. Según los denunciantes, mediante la celebración de contratos de futuros de dólar, el Banco Central habría vendido dólares a un precio que rondaba los 10,65 pesos por unidad, por debajo del precio establecido en la Bolsa de Nueva York para este tipo de contratos (por entonces, alrededor de 14 pesos por unidad). En la resolución, Bonadio señala que de las pruebas recogidas y las declaraciones de los testigos "se desprende que el Banco Central de la República Argentina ha tenido un quebranto por las posiciones vendidas de futuros de dólar en el Mercado Rofex (mercado de futuros de la Bolsa de Rosario)". Según el economista Miguel Kiguel, entre enero y febrero, el BCRA ya debió desembolsar unos $ 20.000 millones para cumplir con esos contratos.

El panorama no mejora para los próximos meses. Incluso, muchos vaticinan un escenario más oscuro debido a una posible devaluación que agrande la brecha entre el precio de cierre de los contratos del "dólar futuro" y el actual al momento de pagar. Para marzo, el Banco Central tiene cerca de 3.500 millones de dólares vendidos en el ROFEX a un promedio de $12 y por cada uno de ellos, hay una diferencia de $3,70 a pagar. Por eso, consideran que el Banco Central necesita frenar la suba del dólar, si no quiere tener que emitir aún más pesos. ¿Podrá?

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