Elige Cambiemos un plan Continuemos para ganar las elecciones en 2017

Cuando al presidente Macri lo visitan economistas que le advierten sobre el creciente déficit fiscal financiado con endeudamiento; y la dificultad que eso significa para bajar de verdad la inflación sin agravar el retraso cambiario; les responde que tienen razón, que él entiende el problema, pero que por favor no le reclamen ajustes ahora porque hay que ganar las elecciones.

Así las cosas, la opción del Gobierno para obtener un triunfo contundente el año próximo luce más un plan continuemos que cambiemos. Continuemos con el aumento del gasto público, del déficit fiscal y de los impuestos. Además, con financiamiento externo e interno prácticamente asegurado para 2017, se profundiza el desequilibrio fiscal y lo único que importa es que los salarios le ganen al dólar y a la inflación para reactivar el consumo.

Una agenda similar a la de Axel Kicillof en 2013 y 2015, claro que con una enorme diferencia a favor del actual gobierno. Esta experiencia puede resultar exitosa y no un fracaso político como el segundo mandato de Cristina, que con cepo, default y fuga de capitales, terminó sin crédito, con la economía paralizada, y en una espiral inflacionaria con emisión espuria y deuda interna indexada para financiar el déficit. Con precisión y acorde a sus planes políticos, Macri eligió keynesianos expertos en finanzas para el equipo económico, no comunistas.

En el entorno del Jefe de Estado piden paciencia y comprensión: explican que afianzados en el poder con una buena elección el año próximo, habrá espacio político para profundizar las reformas y la modernización económica del país. Quién sabe. ¿Será Cambiemos o Sigamos el plan para 2018, si Macri gana en las parlamentarias?

En lo inmediato, y para alivio de las autoridades, en general se le asignan bastantes chances de éxito al Plan Continuemos. Incluso en la mirada de la mayoría de los economistas más ortodoxos y supuestamente menos progresistas que los profesionales que acompañan al Presidente. Los críticos del ministro Prat-Gay admiten que mientras se pueda seguir colocando deuda, el plan continuemos con la suba del gasto, del déficit, y del atraso cambiario tiene altas probabilidades de llegar al año próximo con una economía mejor que la actual. Opinan que algunos sectores pueden sufrir del lado de la inversión y por eso la economía tarda en reactivar. Los constructores, por ejemplo, comentan que las obras privadas no arrancan porque los inversores no quieren vender dólares a $ 15 para empezar un edificio a vender en dos o tres años. Sobre todo con la suba de los costos en dólares de los insumos y la mano de obra.

Pero nadie duda que el experimentado Luis Caputo, secretario de Finanzas, logrará también en 2017 todos los dólares que sean necesarios para el plan continuemos. En los mercados financieros, la confianza desborda. Las colocaciones de bonos a largo plazo en pesos confirman que el mercado ve una devaluación en 2017 que no debería superar la mitad de la inflación real: entre 10% y 14%. Un clásico de los años electorales, que tan buenos resultados les dieron a los Kirchner hasta 2011 inclusive.

Entre los heterodoxos, la convicción es más profunda. Aseguran que las necesidades políticas terminarán el año próximo doblegando la restricción monetaria que promete el Banco Central. Miguel Bein, por caso, pronostica el éxito rotundo del plan continuemos: prevé que los salarios van a crecer 27% y la inflación estará entre 20% y 22%. Y que además sobran dólares para mantener quieto el tipo de cambio. Y sobra financiamiento para seguir dilatando el aumento de tarifas si fuera necesario. Con eso se asegura en 2017 una economía mejor que en 2016.

Sin dejar de mencionar los efectos positivos de un blanqueo que todo indica será finalmente más exitoso que los pronósticos previos y otorgará más oxigeno fiscal y financiero para el año 2017. Los resultados parecen auspiciosos según dejan trascender funcionarios y banqueros, aún con todas las observaciones críticas que el modelo del blanqueo elegido mereció en esta columna, en particular para el tramo local en el tratamiento de los ahorros de la clase media vs las opciones más atractivas para el tramo internacional.

Quienes observan la política, además, afirman que la principal necesitada del plan continuemos con el gasto será la gran protagonista del oficialismo en la provincia de Buenos Aires, María Eugenia Vidal. Será finalmente ella quien establezca la primera y decisiva pauta salarial de 2017 en febrero, en su negociación con los docentes. Y si la vida política del Gobierno se juega en la provincia de Buenos Aires, es difícil suponer que el número estará en línea con el 17% que reclama Federico Sturzenegger desde el Banco Central para coordinar expectativas.

El plan continuemos con el déficit y el gasto incluye, desde luego, una explosión de obra pública largamente anunciada, que todos suponen será gerenciada por la actual administración en forma más transparente y eficiente que en el pasado. Profundizar la relación con los movimientos sociales, aumento en el gasto asistencial y buenas relaciones con Hugo Moyano y la dirigencia sindical peronista.

Y hasta en la política de comunicación del Gobierno y la relación con el periodismo se observan destellos del plan Continuemos. La misma vocación de tantos oficialismos de tender a la concentración de medios en la relación con el poder, la prensa y el aumento de la publicidad oficial, discriminando igual que antes al periodismo independiente que, a pulmón, sigue nutriendo las radios y los canales de televisión con sus programas, y garantiza así la verdadera libertad de prensa y la real diversidad de voces en el país. A esos periodistas, entre los que me encuentro, el Gobierno les quitó los anunciantes estatales que fueron avisadores toda la vida, siempre a precios de mercado y con libertad de contratación, una libertad que se frustró cuando llegó el estalinismo kirchnerista, en la última y penosa etapa de Cristina en Casa Rosada.

Entre tanto, habrá que moderar la ansiedad. El ajuste gradual para revertir los efectos del modelo inflacionario y estatista que arruinó la economía argentina desde fines de los 90 a la fecha parece más largo de lo esperado. Incluso los más optimistas corrieron el arco. La sensación de reactivación, dicen ahora, llegará después del verano. Hasta diciembre, los números serán siempre negativos contra el año anterior. Recién allí, porque el año pasado comenzó fuerte la caída en el verano, se observarán estadísticas con datos económicos a favor. Los números de septiembre en ventas y consumo siguieron flojos. Pero en muchos rubros frenó la caída o se observaron tenues recuperaciones contra el mes anterior.

A los economistas del oficialismo les gustaría ser médicos. Si sus pacientes se enferman y mejoran, lo que cuenta es cómo están respecto de la semana anterior; no si están más o menos sanos que el año pasado.

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