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El rumbo de la inflación aún deja dudas sobre el consumo y las paritarias

La duda que rebota entre los analistas, pero también entre los funcionarios del Banco Central, es si el aumento de combustible de 8% aplicado en enero provocará un aumento del pan o no. La expresión simplifica uno de los dilemas de política económica que tiene el Gobierno. El ajuste de las naftas es solo uno de los precios que mostrarán un alza en el arranque del 2017. La medicina prepaga, la luz y también el gas se harán sentir en los indicadores del primer trimestre, sin contar con la estacionalidad de otros servicios, como la educación. La percepción oficial es que enero puede terminar un poco más arriba que diciembre, y por esa razón el BCRA sigue sin cambiar la tasa de referencia.

El Gobierno defiende la meta anual de entre 12% y 17% que se fijó el Central, pero sabe que el margen de que esas cifras sean superadas es alto. Con las pistas que ofreció el primer mes del año, el Ejecutivo percibe que le va a costar mantener controlada la discusión salarial. Seguramente en las próximas semanas los docentes se transformarán en el primer test del año, como es habitual. Y allí habrá que ver si la Nación tiene margen de replicar el esquema que cerró la provincia de Buenos Aires con los estatales, que fijó un 18% de aumento pero atado a un reajuste si en el primer trimestre la variación del IPC supera 4,5%.

El mercado sigue este escenario con escepticismo, como lo demuestra el relevamiento del BCRA, en el que los consultores apostaron a un incremento anual de precios de 21%. Por eso la otra pregunta que se hacen los economistas es si el Gobierno insistirá con incentivar negociaciones paritarias por abajo de la inflación. El riesgo, advierten, es que si no hay mejora del salario real, el consumo privado no tendría la fuerza necesaria para que el PBI suba más de 2% y el clima económico del año electoral favorezca los intereses de la Casa Rosada.

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