El cambio detrás del cambio

Los procesos de cambio de gobierno suelen ser difíciles y normalmente tienen aspectos traumáticos, que la mayoría de la población desconoce.

La gestión cotidiana del poder está desprovista de la energía de la campaña electoral y el glamour de los medio de comunicación.

Las decisiones diarias se toman en terrenos ciertamente más áridos que lo que presentan los sets televisivos. Tienen mucho más que ver con el color de los expedientes, que con las luces de la campaña.

Cuando baje la espuma, la excitación inicial del nuevo gobierno deberá transformarse en gestión. Allí empezarán a plantearse los momentos más difíciles de todo comienzo, es decir, el verdadero inicio de la gestión suele llegar un poco después del comienzo formal.

Lo primero que sucede es, como en el juego de la silla, literalmente aparece la pelea por espacios físicos dentro de las oficinas, personal de toda la vida se encuentra con personal que estaba designado pero abocado a otras tareas, sumado a los genuinamente nuevos que llegan. Todos se mueven e intentan conservar escritorios, y computadoras de trabajo. El que estaba no se quiere ir o reubicar y el que llega está ansioso por comenzar.

En la llegada al poder, los nuevos funcionarios son generalmente de corte político, no solo ministros y secretarios, sino también subsecretarios y directores nacionales o generales (los últimos en ciudad, provincia y municipios), esto genera que el acceso de una nueva gestión tenga características muy parecidas a un desembarco. Lejos del ministro, las segundas, terceras y cuartas líneas deben establecer vínculos nuevos y construir confianza con el personal de planta permanente que esta hace años o (en algunos casos) hace solo un par de meses.

Allí normalmente reina la tensión que es propia con la llegada de cualquier nuevo jefe en cualquier trabajo. Solo que en este caso tiene un volumen que entre Nación, Provincia, Ciudad de Buenos Ares y municipios más Mendoza y Jujuy entre otros, podría ascender a 10 o 15 mil cargos.

Sumando a los temores propios que se generan ante cualquier cambio de jefe, ya sea en la dirección de cultura de un municipio, como una secretaría de estado, en una gerencia de un banco privado o una heladería de barrio; en este caso, además juega un papel importante la caracterización política que hagan los empleados de dicho funcionario y viceversa.

La construcción de vínculos que permitan transformar ideas de gobierno en planes y estos en acciones concretas, requiere de cierta armonía que es difícil de construir, sobre todo porque en la gestión pública, a diferencia del sector privado la capacidad efectiva de mando es bastante más acotada.

En la esfera del estado, el jefe no puede despedir a nadie ni generar fácilmente un sistema para premiar a los mejores. Esto en función de la estabilidad del empleo público (la cual, afortunadamente, hace rato que no se discute ya que es positiva) que invita a desarrollar planes de carrera que en muchas instancias aun no se implementaron de forma que resulten en un sistema justo de premios a los que hacen y se esfuerzan mas que sus pares.

Sobre la base descrita, cobra gran importancia el vínculo humano que establece el jefe a la hora de estructurar equipos de gobierno que respondan al plan político del que se trate.

Pero los problemas no terminan aquí, ya que el otro aspecto del problema tiene que ver con la coherencia interna entre los jefes, es decir dentro de cada ministerio, secretaría o subsecretaría entre los funcionarios de menor rango, ya que no es fácil lograr que todos respeten los principios de unidad de mando y unidad de control. Esto no quiere decir que cada jefe hace lo que quiere, pero si no se conocen entre ellos de antemano es muy complicado que jueguen de memoria como se suele pedir a los equipos en los deportes.

No pasa solo por el hecho que sean muy buenos en lo suyo, hasta los equipos de grandes estrellas pueden enfrentar serias dificultades sino encuentran un funcionamiento que los haga ser mas que la suma de las partes.

Si dimensionamos el problema ponderando la cantidad de nuevos jefes antes mencionada, podremos comprender la magnitud del desafío y lo importante que es contar con la colaboración en la transición. En el mismo sentido es que cobra vital importancia la jerarquización de una burocracia estable, bien paga, y de calidad, al tiempo que la existencia de partidos políticos fuertes, permiten que los funcionarios nuevos tengan un conjunto de ideas fuerza y una esquema de funcionamiento coherente que permite rápidamente implementar no una idea sino un plan complejo.

Estas son cuestiones que no suelen tomar estado publico pero son determinantes vitales respecto del nivel de eficiencia de la gestión publica, que al final de cuentas influye en la vida de todos nosotros.

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