EE.UU., el contexto ambiental y la Argentina

Las elecciones estadounidenses frustraron un experimento innovador en el estado de Washington. Allí Hillary Clinton ganó 56,4% a 37,7% a Donald Trump. Las encuestas proyectaban esta victoria demócrata local y todo indicaba que era un momento adecuado para la propuesta apoyada por Leo DiCaprio: instalar un impuesto al carbono, la Iniciativa 732, vista como caso testigo de los nuevos instrumentos para frenar el cambio climático encareciendo el uso de combustibles fósiles.

Pero el 58,5% de los votantes la rechazó. En un contexto que era aparentemente tan favorable, algunos interpretan esta reacción como uno de los mensajes que trae el tsunami electoral liderado por Trump: la gente opta hoy por recuperar rápidamente empleos locales, reactivando las industrias de los combustibles fósiles. Un pequeño adelanto del golpe que el presidente electo dará al Acuerdo climático de París.

En las elecciones de Florida se jugaba otro partido. La Iniciativa de Subsidios a la Energía Solar y al Uso Solar Personal, una enmienda para reformar la constitución local, fue también rechazada. ¿Por qué la sociedad de Florida no apoyó masivamente el disponer libremente de sus techos para producir energía solar, alquilando su superficie a terceros si es necesario? Es que estaba tan confusamente redactada que parecía a propósito.

La propuesta consistía en hacer constitucional el derecho de los residentes de Florida a ser propietarios o alquilar sistemas generadores de energía solar para uso personal. Pero la enmienda a la vez promulgaba una protección constitucional ante cualquier ley estatal o local para garantizar a los residentes que no producen energía solar que puedan abstenerse de subsidiar su producción. En otras palabras, bastaba con que un solo vecino de todo un consorcio se niegue y los paneles no podrían ser instalados.

Estos dos casos son un primer signo de la compleja etapa ambiental en la que ingresamos. La sociedad norteamericana viene de dar su apoyo a la idea de que la lucha contra el cambio climático no debe poner en juego la reactivación de empleos, especialmente en las ciudades del interior de ese país. En esta creciente tensión entre la necesidad de protegernos de catástrofes climáticas y la de reactivar rápidamente la actividad industrial, la Argentina ha decidido sabiamente dejar de apostar exclusivamente a unos pocos tipos de fuentes de energía. Pero, a diferencia de los estados de Florida y Washington en los que las normas solares ya son bastante sofisticadas, apenas estamos dando los primeros pasos. Perdimos décadas.

La Argentina se prepara para tener un 20% de fuentes renovables en su matriz energética para 2025. Más allá de la exitosa primera licitación de proyectos, el Gobierno ha anunciado que también tendremos proyectos de generación distribuida, para que nuestros hogares puedan producir energía solar en sus techos y mandar a la red la que no usan. Es un objetivo que muchos promovemos desde hace años para avanzar hacia una nueva era de soberanía energética familiar.
Pero no olvidemos el peligroso contexto ambiental que nos rodea.Todas las naciones debemos actuar para reducir los impactos del cambio climático. Todas ya empezamos a sufrirlo.

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