¿De qué hablamos cuando hablamos de gobernabilidad?

El complejo juego del sistema electoral nacional hace posible que se vivan diferentes experiencias, que varían de acuerdo a un gran número de factores políticos. La situación actual se presenta especialmente compleja tanto para la ejecución práctica de la mecánica de pesos y contrapesos que dispone nuestra Constitución, complementada por nuestra realidad socio-política.

El nuevo Presidente enfrenta el gran desafío de gobernar al País con un Congreso especialmente fragmentado, una Corte Suprema incompleta en su conformación que deberá ser aprobada por un Senado opositor, un sindicalismo dividido y una situación económica compleja.

No obstante ello creo que es posible analizar la gobernabilidad en términos diferentes a los que se han planteado hasta el momento. En este sentido, si bien las circunstancias actuales determinan un especial escenario político y social, esto no significa que en sí mismas sean obstáculos directos para la Gobernabilidad aunque por supuesto obligarán a estudiar detenidamente cada una de las medidas que pretenda adoptarse y los instrumentos a utilizar para hacerlo.

Es importante que además de reclamar a un Gobierno que respete el orden jurídico vigente, tanto constitucional como legal, los ciudadanos seamos conscientes que este marco jurídico puede representar un límite a la hora de aplicar diferentes políticas públicas y que esto es bueno en términos generales.

En este sentido, el nuevo Gobierno contará durante su gestión con facultades que son propias, con facultades delegadas por el Congreso, con facultades excepcionales para algunas materias, con facultades compartidas con el Congreso Nacional y con las Provincias que conforman nuestra República Federal. El uso inteligente de cada una de ellas, de acuerdo a las circunstancias, determinará el éxito de la gestión y la posibilidad de imponer su agenda de prioridades o consensuar alternativas que conformen a diferentes factores de poder.

Existirán situaciones en las que el marco legal actual lo obligará a ejecutar leyes en las que puede no haber estado de acuerdo, aunque por supuesto lo podrá hacer de a cuerdo a su propia reglamentación mientras no desvirtúe el espíritu con el que fue sancionado; existirán otras en las que deberá consensuar con la gran mayoría de los legisladores sobre modificaciones necesarias para una adecuada gestión y, por supuesto, existirán situaciones excepcionales que harán indispensable el uso de mecanismos de igual carácter.

Pero en todos los casos, creo que el nuevo equilibrio entre los Poderes del Estado deberá centrarse en la discusión de ideas de cara a la búsqueda de soluciones concretas para necesidades también concretas de la comunidad y no sobre las personas que den origen a dichas propuestas. Tengo la esperanza que el nuevo Gobierno sabrá encontrar ese equilibrio con la astucia y la audacia suficiente para sortear los obstáculos que se le presenten, pero con el máximo respeto al orden Constitucional y al carácter Federal de nuestra República.
Tenemos la oportunidad para comprender que para Gobernar no es indispensable sancionar un número exorbitante de leyes que modifiquen el sistema legal actual o innoven continuamente en materias no reguladas sino en la correcta interpretación y aplicación de las vigentes, su adecuada reglamentación y la apertura al debate con todos los sectores de la sociedad para encontrar soluciones reales a problemas reales.

Tenemos que lograr, como sociedad, que el cambio tome los diferentes matices que su significado implica para cada uno y se convierta también en la oportunidad de construir los puentes que permitan unir diferentes visiones e ideologías que tienen como meta un fin común, el bienestar de todos los argentinos.

Temas relacionados
Más noticias de gobernabilidad
Noticias de tu interés