Cronopios, famas y conspiraciones del imaginativo señor Capitanich

Los 100 años del nacimiento de Julio Cortázar, que se cumplieron el martes pasado, tuvieron todo tipo de homenajes en la Argentina y en el mundo. Lo que jamás imaginó el creador de Rayuela es que uno de esos homenajes se lo iba a hacer un dirigente en la Casa Rosada. El jefe de gabinete, Jorge Milton Capitanich, tuvo ayer un par de conceptos tan pero tan surrealistas que el gran Julio se los hubiera envidiado. Las Historias de Cronopios y de Famas, en los que retrató desde las Instrucciones para matar hormigas en Roma hasta las Conductas de los espejos en la isla de Pascua, podrían haber incluido perfectamente las teorías conspirativas del imaginativo funcionario chaqueño sobre el comportamiento del dólar y la conducta perversa de los medios de comunicación.

Es posible que las conferencias de prensa de cada día, protagonizadas por Capitanich a eso de las ocho de la mañana, se conviertan con el paso del tiempo en un género literario estudiado por los académicos del lenguaje. Ayer mismo, día bravo de paro general de los gremios opositores, el estrellato se lo llevó sin embargo el valor del dólar blue que atormenta a las autoridades económicas y a buena parte de la sociedad argentina.

"Sobre la publicación de precios se promueven acciones antojadizas con la complicidad de los medios de comunicación y las agencias internacionales de noticias, absolutamente pagadas por cuevas o entidades financieras que actúan indirectamente", denunció con gravedad el jefe de gabinete. Y no contento con ello agregó que los medios "mienten sistemáticamente respecto al valor de las transacciones y pretenden generar expectativas negativas y desfavorables para inducir un proceso de devaluación, que obviamente no va a ocurrir".

Ex gobernador, peronista, atleta experimentado de los pasillos del poder, no es Capitanich el primer dirigente que cae bajo los efluvios de la fiebre conspirativa. La enfermedad es epidemia entre los políticos y, sólo para hablar de la democracia reciente, podemos enumerar a Alfonsín, Menem, Cavallo, De la Rúa, Duhalde y a Néstor y a Cristina Kirchner como algunos de los que quedaron en algún momento presos del encierro conspirativo.

Pero ninguno de ellos exhibió el grado de detalle con el que Coqui Capitanich expone sus teoremas en las mañanas. Hace algunos días, insistió con uno de sus hits: el "dólar cocaína", una droga tan adictiva e ilegal que ningún argentino podría resistirla. Afortunadamente, ni las cuevas financieras de la City ni los fondos buitres nos han obligado a los medios de prensa a que los incluyamos entre las diferentes cotizaciones del dólar que tanto complican nuestra vida diaria. Dólar oficial, dólar blue, dólar turista, contado con liquidación. La desorientación K multiplica los nombres de los dólares mientras descienden la cantidad de los peces y de los panes.

Es curioso. Pero el universo de los funcionarios tiende a poblarse de metáforas e imágenes surrealistas en vez de concentrarse en respuestas concretas para los males verdaderos y simples de reconocer como la inflación, la recesión o la caída del empleo. Los discursos oficiales se llenan de buitres amenazantes, de cuevas financieras siniestras o de dólares que cobran vida propia. Y se van alejando de la realidad a medida que los problemas se multiplican. La búsqueda permanente de culpables se vuelve entonces mucho más compleja y, claro, mucho menos creíble.

Hay un cuento de Cortázar que recrea un clima asfixiante y replica sensaciones parecidas a las que van encerrando al Gobierno. Casa Tomada, el thriller fascinante de una familia que va perdiendo el control de las habitaciones de su casa, ha sido interpretado (sin demasiado rigor) como una alegoría del peronismo invasivo e intolerante de la década del 50 que el escritor argentino resistía. Es hora de que Capitanich y tantos otros funcionarios se escapen de la literatura para emprender rápido el regreso a los desafíos de la Argentina real. Al final del camino esperan las soluciones pendientes y el destino frágil de los ciudadanos de carne y hueso.

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