Cómo afecta el Brexit la relación Mercosur-UE

El proceso de salida de Gran Bretaña de la Unión Europea está siguiendo sus etapas, pero su impacto no sólo es político y simbólico; tiene fuertes implicancias económicas y presupuestarias para la UE (el Reino Unido aporta aproximadamente el 10% del presupuesto). Hasta ahora, el impacto es incierto y esta incertidumbre se relaciona con qué modelo de vínculo comercial formal adoptarán la UE y Gran Bretaña.

Si la razonabilidad predomina, Gran Bretaña probablemente mantenga un status similar al de la EFTA (Asociación Europea de Libre Comercio integrada por Noruega, Islandia, Suiza y Liechtenstein) a la que perteneció hasta 1972, cuando pasó a integrar la UE, y encare un profundo proceso de modificación de las regulaciones europeas vigentes, para hacerlas británicas. Este tema fue la base de la campaña del Brexit, que llamaba a romper con la dictadura de Bruselas.

Una de principales políticas comunitarias, la PAC -Política Agrícola Común-, tendrá mermas en lo presupuestario -en el orden del 5% neto -, pero el Brexit no podrá modificar los resultados que todos estos años de integración tuvieron sobre la producción agropecuaria británica. En efecto, el país migró hacia un modelo de producción extensivo (ganadería y cereales), convirtiéndose en un importador neto e importante de hortalizas, frutas y alimentos procesados del continente. Ser importador y aportante neto, con poco peso del agro en su economía, definió su posición dentro de la UE. Gran Bretaña fue más aperturista en lo agrícola en todas las negociaciones comerciales que encaró el bloque. En consecuencia, con su salida, ganarán peso relativo los países que protegen su agricultura.

Este cambio afectará a la negociación de la UE con el Mercosur, donde el centro es, desde el punto de vista de mercosureño, cuánto mercado agrícola la UE ofrece y bajo qué modalidad (cupos, cuotas, entre otros). El trade off histórico de la negociación fue agricultura por industria, a pesar de que últimamente se agregaron servicios o compras públicas.

Por lo tanto, ¿qué podría esperarse en los próximos pasos de la negociación? Si se esquematizara la situación en dos escenarios, uno podría ser mezquino, en términos de oferta agropecuaria por parte de la UE, pero muy exigente en términos de cobertura de comercio; es decir que Mercosur incluya casi todo el universo arancelario sin sectores excluidos. Otro sería aquel donde la oferta agropecuaria siga siendo restrictiva, como hasta ahora, aunque la UE, para mostrar proactividad negociadora, pueda no ser tan exigente con las demandas de apertura de Mercosur.

En ambos escenarios habría que esperar muy poca apertura agropecuaria y un esfuerzo de Mercosur más que proporcional, diluyendo el principio de negociación que inició estas conversaciones, de trato especial y diferenciado, que significa menor esfuerzo para el menos desarrollado, en este caso Mercosur.

Dadas las actuales circunstancias, el marco de lanzamiento de esta negociación ha cambiado: contrariamente al pasado, pareciera que la decisión de avanzar y llegar a un acuerdo depende más de los movimientos que el Mercosur realice, antes que de la iniciativa de la UE.
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