Argentina necesita innovadores billonarios

El pasado 22 de abril el ministro de Hacienda y Finanzas anunció el pago a los holdouts e inmediato levantamiento de las medidas cautelares impuestas a nuestro país por el juez Thomas Griesa que impedían el pago a los tenedores de bonos que entraron a los canjes de 2005 y 2010.

Alfonso Prat-Gay lo comunica vía Twitter de forma elocuente: "Basta de ataduras, basta de cepos, arranca una nueva etapa, los argentinos listos para emprender y crecer".
Unos días más tarde, el 8 de mayo, el Presidente de la Nación hace referencia en un diario catamarqueño al testimonio de un panadero que dice: "Tengo 42 años y siento pasión por lo que hago, todo empezó como un gran desafío y hoy más de cincuenta familias viven de este emprendimiento".

Mauricio Macri agrega hacia el final de su columna otro extracto de ese testimonio personal: "Cada vez que emprendas un trabajo, cada vez que des un consejo, cuando tengas un hijo, cuando tengas gente a cargo, poné el corazón para hacer las cosas, así es como vas a lograrlo".

En ese aspecto, resulta importante precisar de que hablan tanto Macri como Prat-Gay cuando hacen referencia una y otra vez a "emprendimiento", un vocablo central en la prédica económica del gobierno y que asoma como la piedra filosofal en esta nueva etapa.

Los datos duros de la década 2005-2015 volcados en el gráfico parecen ir a contramano del énfasis del nuevo discurso oficial: en un clima de altas tasas de crecimiento, Argentina mostró una gran capacidad para engendrar nuevos empresarios de acuerdo a los indicadores del proyecto Global Entrepreneurship Monitor, inclusive en algunos años puntuales nuestro país hasta casi duplicó en términos relativos la cantidad de empresarios generados por Estados Unidos.

Ello significa que en términos de surgimiento de nuevos emprendimientos la comparación no debería dejarnos insatisfechos. En el escenario de recuperación posterior a la crisis de 2001 nuestro país gestó 6200 empresas de rápido crecimiento de acuerdo al estudio del año 2007 de la Universidad de General Sarmiento Crisis y renacimiento emprendedor en la Argentina.
Ahora bien, si refinamos el concepto de emprendedor en los términos de Schumpeter, es decir un innovador que irrumpe con una nueva idea y que la convierte en una empresa exitosa de rápido crecimiento con las consecuentes ganancias monopólicas temporarias, el panorama cambia abruptamente.

Un estudio del año 2013 de Henrekson y Sanandaji publicado por el Research Institute of Industrial Economics propone un indicador muy sencillo del nacimiento de aquellos innovadores estilo Schumpeter: la cantidad de emprendedores billonarios por cantidad de habitantes. Desde esa perspectiva, Argentina no aparece dentro de un ranking de más de treinta países liderado por Hong Kong, Israel, Estados Unidos, Suiza, Singapur, Noruega, Irlanda, Taiwán, Canadá y Australia.

Al respecto, tenemos una gran asignatura pendiente que el discurso oficial, sea a través de Macri o por vía de sus ministros, hoy reconoce y ubica de esa forma en el primer plano político: la escasez relativa de empresarios innovadores capaces de generar grandes riquezas para la economía en general y, para que lo vamos a negar, para sí mismos también.

El empresario innovador no nace de un repollo, al contrario, surge de un ambiente apropiado donde la mayor parte de las variables que afectan su crecimiento y éxito están influidas o determinadas por las políticas públicas.

En particular, el Global Entrepreneurship Monitor reconoce como dimensiones críticas el financiamiento, el apoyo del gobierno, los impuestos y la burocracia, los programas gubernamentales, la educación y capacitación empresarial básica y de posgrado, la transferencia de conocimientos científicos, la infraestructura comercial y profesional, la dinámica del mercado interno, la apertura de la economía, la infraestructura física y los servicios así como los usos y costumbres sociales.

Por lo tanto, la discusión relativa a la creación de empresas para los próximos años debería pasar a ser mucho más cualitativa que cuantitativa, sin negar la existencia y nacimiento de diferentes emprendimientos y negocios familiares tradicionales que seguirá sucediendo, es hora de que con una gran agenda de transformación económica, productiva y cambio cultural en marcha podamos empezar a contar cuantos Steve Jobs, Richard Branson, Bill Gates, Jeff Bezos, Larry Ellison, Hiroshi Mikitani, Mark Zuckerberg, Shai Agassi, Michael Dell o Blake Ross estamos generando, pero ahora con el rotulo "made in Argentina".

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