Louis Cassius Upton tenía 22 años cuando su emprendimiento cayó en bancarrota. Había invertido todos sus ahorros y solo se había quedado con la patente para una lavadora escurridora. Pero estaba convencido de que esa idea todavía tenía potencial. Más de 100 años después, su optimismo se transformó en una compañía que mueve más de u$s 19.700 millones en ventas y cuenta con 35 fábricas en todo el mundo. Sin embargo, no fue fácil volver a empezar para este joven emprendedor.

Upton estaba convencido de que si lograba electrificar este prototipo de lavadora, entonces podía crear un negocio rentable. Por eso se unió a su hermano menor, Frederick, y a su tío Emory. Este último era experto en diseño mecánico y se encargó de desarrollar los engranajes del primer gran producto de la compañía. En 1911 el trío fundó Upton Machine Company en Benton Harbor, Michigan.

Pero su primera oportunidad no fue del todo exitosa. Federal Electric, una división de Commonwealth Edison, le encargó 100 lavarropas y los Upton descubrieron que varias piezas estaban defectuosas. Aunque el dinero no abundaba, Louis decidió hacerse cargo de los repuestos y logró mantener la relación.

Entre guerras y crisis

La Primera Guerra Mundial  puso en stand by los planes de la compañía. Durante el conflicto bélico, la empresa fabricó kits de campamento y rifles de aire comprimido para mantenerse activa. El gran despegue del proyecto se dio en 1916 cuando Upton firmó un acuerdo con Sears Roebuck and Company para vender sus productos en su red de tiendas.

La Gran Depresión dejó en el camino a más de un tercio de los fabricantes de electrodomésticos, pero la firma de los Upton se mantuvo en pie tras unir fuerzas con uno de sus rivales. Así nació Nineteen Hundred Corporation, que en 1936 empezó a exportar sus appliances a Suecia, Inglaterra y Panamá.

Otra vez la guerra volvió a llevar a la familia a pivotear de rubro. La empresa pasó a fabricar soportes para armas y alerones de avión, sin embargo no se quedaron quietos dentro de su core. Al mismo tiempo, Nineteen Hundred Corporation invirtió para diseñar un prototipo de un lavarropa automático. Incluso tuvieron que pedirle permiso a la Junta de Producción de Guerra para obtener los materiales e instalaron el primero en la estación de la Guardia Costera.

Tardaron casi una década en tenerlo listo, pero el lavarropa automático se volvió un boom de ventas. La compañía duplicó su producción: la mitad los vendía en las tiendas Sears bajo la marca Kenmore; mientras que el resto los comercializó de manera independiente con la etiqueta propia Whirlpool. Fue tal el éxito de esta línea que en 1950 la firma se rebautizó como Whirlpool Corporation.

Inversión millonaria en la Argentina

Tras la muerte de Upton en 1952, Elisha Gray, un exSears, tomó el mando y se encargó de potenciar la expansión internacional. Bajo su dirección la compañía se fusionó con Seeger Refrigeration y Radio Corporation of America para ampliar su línea de productos con refrigeración, aire acondicionado y electrodomésticos de cocina. En 1960 fueron contratados por la NASA para diseñar y construir la primera cocina espacial estadounidense.

A mediados de los 80, Whirlpool estimaba que 29.000 personas compraban a diario uno o más productos de su marca. Entonces pisaron el acelerador para llegar a nuevos mercados. El gran crecimiento en Sudamérica se dio a partir de 1992. 

Hoy la firma cuenta con una nueva planta modelo de lavarropas en la Argentina para la que desembolsó u$s 52 millones. Tiene presencia con cuatro marcas: Eslabón de Lujo, KitchenAid, Ariston y la que le da nombre a la empresa.

En 2010 decidió asentarse donde todo comenzó. La empresa regresó a Benton Harbor con un plan de u$s 85 millones para construir su HQ y otros u$s 30 millones para un Centro de Tecnología en Refrigeración enfrente.