Alberto Arizu: "Necesitamos pensar en un mercado de 4000 millones de habitantes, no sólo en 44 millones"

Aunque admite la fuerte caída del mercado interno, el CEO de Luigi Bosca asegura que aún tiene un tamaño interesante y que el futuro del vino argentino está en la exportación. Por eso, aboga por quitar aranceles.

El futuro de la Argentina está en abrirse al mundo", destaca Alberto Arizu (hijo), CEO de la bodega Luigi Bosca, en la que su familia es sigue siendo accionista, tras la incorporación del fondo estadounidense L Catterton como socio. Además, preside Wines of Argentina, la entidad de promoción de los vinos argentinos en el exterior.

Arizu, cuya bodega está centrada en alta gama, con vinos desde los $ 280 (Finca La Linda) y hasta los $ 5000 (Luigi Bosca Ícono), admite que el consumo interno tocó su mínimo histórico. Pero asegura que su tamaño es aún interesante y que la salida para los vinos argentinos está en el exterior, donde se necesita allanar el camino eliminando aranceles que dificultan a los jugadores locales competir con otros países libres de tributos.

¿Preocupa la baja del consumo en el mercado interno?

Es cierto que la foto de 2018 es difícil. Fue el piso histórico en consumo; es preocupante. Pero creo que el mercado aún tiene una dimensión interesante. El vino es un bien de consumo no básico; las salidas y su consumo se recortan. Pero, también, se ve compensado por el auge del turismo. A muchos restaurantes que atienden a turistas, les está yendo bien. Cuando pienso en el futuro de esta industria, lo veo definitivamente asociado al mercado internacional. Recuperar litros de consumo no es fácil. Un mercado de 18 a 20 litros per cápita es, aún, uno de los más atractivos del mundo. Pero tiene un potencial mayor para desarrollarse en el mercado internacional. De todos modos, en los nichos en los que nosotros participamos, más de alta gama, hay síntomas saludables: es menos sensible a los momentos de retracción de consumo. Entre mercado interno y externo, proyectamos crecer de 4% a 6% en botellas este año.

En este contexto, ¿ve cambios en los canales de venta?

El 60% de las ventas son a través del retail. El resto, en restaurantes y bares. Y el retail está en un profundo cambio. Pasa por un mal momento, más allá del consumo. A las vinotecas, les cuesta salir, los costos crecen mucho, como los alquileres, la mano de obra calificada... A nivel internacional, el crecimiento de Internet es importante para vender vino. En la Argentina, aún, no. Creo que Internet será un vuelco importante en los próximos años: se vende directo al consumidor. En todo el mundo buscan acercarse los dos polos, eliminando intermediarios, lo que permite comprar mejor, por menos dinero. Las grandes marcas del mundo tienen canales especializados. Pero, en el país, no hay desarrollos 100% de e-commerce de vino. Y el vino está hecho para venderse por Internet, con toda la información disponible para el consumidor. Todas las vinotecas venden por Internet. Pero no son 100% online. Será un desafío para los próximos años.

¿Cómo impactó la devaluación en las exportaciones?

La ecuación mejoró sustancialmente. El ciclo de estos tres últimos años, con sus aciertos y errores, es opuesto al anterior. Abrir la Argentina al mundo, con un dólar que no sea la variable de ajuste, sino según reglas del mercado (aunque con una flotación sucia, en linea con la inflación). Comparto la visión de una Argentina abierta al mundo, pensando en un mercado de 4000 millones de habitantes, no sólo de 44 millones. Con 44 millones, no se puede superar la dinámica de cualquier industria.

¿Qué implica para Luigi Bosca el ingreso de L Catterton como accionista?

Si el futuro de la Argentina está en abrirse al mundo, también lo está en abrir el capital y asociarnos con empresas extranjeras. Ellos vieron en el vino un sector atractivo para invertir. Ven sectores y, luego, estudian cómo entrar. Tenemos experiencia familiar, historia, que eran relevantes para ellos. Y con la visión de una gran oportunidad para expandirse a nivel internacional. La Argentina apenas exporta menos del 30% de su producción. Es muy atractiva para desarrollar. Con L Catterton, el beneficio está en aprovechar su presencia internacional. Tiene 17 oficinas en el mundo. Nos aporta además recursos intelectuales, ideas y sinergias, en las que estamos avanzando. Nosotros exportamos el 60% de nuestra producción, de 750.000 cajas (6,75 millones de litros), a 55 países. Aún Asia, está por delante, aunque comencé a viajar allá en los '90. El plan de negocios ya está definido por mi familia. Ellos suman proyectos de innovación y desarrollo.

¿Qué obstáculos ve en la Argentina para el desarrollo?

Creo en el libre mercado en el vino. El vino necesita que le saquen cosas, más que le den. Hay dificultades para lograr sustentabilidad para exportar. Primero, la presión impositiva es única en el mundo. Casi 57% es carga impositiva. Es asfixiante. Comprendo la situación de un país quebrado y que es necesario poner el hombro, pero es una traba enorme. Gane quien gane, hay que reformular el sistema impositivo, no solo bajar impuestos. Segundo, la inflación no permite pensar a largo plazo. Son pocos los países que no lograron frenarla. Incluso Brasil pudo hacerlo, con sus problemas económicos. La Argentina debe resolverlo de fondo: tenemos un déficit complejo y el karma del dólar y su impacto en la inflación. Tercero, está el problema del financiamiento. Lo veo más difícil de resolver a corto y mediano plazo. Nuestro sector necesita financiación. Demanda mucho activo inmovilizado, hay que financiar a la cadena. El mercado de capitales es pequeño. Por eso, se financia más con el capital propio, a diferencia de otros países de economías abiertas.

¿Y como positivo?

Las empresas que vinieron a invertir en vino en los '90 es porque encontraron un sector organizado, armado, con buen consumo interno. Aportamos sólo el 2,7% del comercio mundial, llegamos a aportar el 4% en 2011. Hoy, el 40% del vino que se consume en el mundo es importado; hace 20 años, era el 29%. La Argentina tiene un alto consumo de alcohol. Hay que salir a buscar a los consumidores de aquí y del mundo.

¿Qué opina del Gobierno?

El Gobierno tuvo la mirada de insertar la Argentina en el mundo, que es la única solución para el país. Lo vimos con el G20. Significa mejorar la economía y ponerla en un nivel de sustentabilidad. Es una gran batalla. Más allá de quién gane en las elecciones, si no habla de reformas estructurales, como la reforma laboral... Para abrirse al mundo y ser competitivos, debe haber reforma laboral. Algunas cosas se lograron. Pero tuvo una oposición férrea. Todos debemos ser protagonistas del cambio y sacar adelante al país. Como empresarios, debemos opinar y exigir. Menos obediencia y más intercambio de ideas. Creo que la principal falla es no habernos alertado de la situación crítica que había cuando el Gobierno asumió. Generó falsas expectativas de salir sin atravesar un camino doloroso. Pensamos que era más fácil y con menor sacrificio. La realidad demostró que era doloroso. La pobreza debería ser el foco.

 

"El acuerdo con la Unión Europea es un gran logro para el vino"

Arizu es además presidente de Wines of Argentina, firma dedicada a promocionar los vinos locales en el exterior. Como tal, es un gran defensor de los acuerdos de libre comercio, que permiten, según él, mejorar la llegada a más mercados, en condiciones más equiparables a competidores que ingresan con arancel cero en muchos países.

El viernes, el Mercosur y la Unión Europea firmaron el acuerdo de libre comercio, algo que Arizu y gran parte de la industria celebró, aunque hubo otras voces preocupadas por su posible impacto.

"La Argentina debe equipararse con los principales competidores del mundo. Estamos más lejos de los mercados y el flujo de intercambio es bajo. Abrir la Argentina trae aparejados muchos desafíos para poder competir", admite el bodeguero.

¿Es indispensable este tipo de acuerdos?

El potencial es muy grande. La Argentina no tiene la opción de no estar frente a un mundo que demanda mucho más que el mercado local. Necesita adherirse a un modelo exportador. Para eso, hay que ser eficiente, con alta calidad y valor agregado, pero, también, tener condiciones similares al resto. El tema de los aranceles es fundamental. Chile firmó con China un tratado en 2005 y llega a ese país con un 14% a favor. En ciertos niveles de precios, pesa y mucho. Y ya no estamos en el mercado expansivo global de 2004 a 2006. No somos un origen novedoso como entonces. La economía mundial no sólo no crece, sino que es revoltosa. Necesitamos vender con iguales herramientas que nuestros competidores.

¿Y el acuerdo con México?

Se amplió el acuerdo. Empezarán a bajar los aranceles de a poco. Hoy, pagamos 8% en vinos fraccionados de hasta 13 grados de alcohol y 12% en más de 13. Es un mercado con potencial pero beben solo 750 cm3 a 1 litro per cápita, muy poco. Es un desafío enorme. Tiene una industria local chica pero activa, que ayuda para impulsar el consumo.

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