LOS ÚLTIMOS INTENTOS POR LIBERALIZAR EL COMERCIO A NIVEL GLOBAL FRACASARON

Los partidarios de una economía abierta enfrentan un camino difícil

La tecnología genera avances hacia la integración, pero la política crea dificultades para implementarlas porque está cada vez más aislacionista

La historia no se repite, pero rima es una cita que a menudo se le atribuye a Mark Twain. Aunque no lo haya dicho, debería haberlo hecho.

Desde la revolución industrial, la economía mundial experimentó dos grandes olas de integración económica o, lo que actualmente se conoce como "globalización": a finales del siglo XIX y principios del XX y finales del siglo XX y principios del XXI. Los conflictos entre las grandes potencias, la crisis económica, el nacionalismo y el proteccionismo acabaron con la primera. La misma combinación, pero en una secuencia histórica diferente, podría acabar con la segunda.

La última vez, la ruina comenzó con la primera guerra mundial. La gran depresión y el aumento de las protecciones llegaron después. Esta vez, la ruptura parece haber comenzado con la gran recesión, después del colapso de 2008. A esto le siguieron las protecciones y el aumento de las tensiones entre las grandes potencias, Estados Unidos y China, en este caso. Pero ambas historias se basan en la misma realidad: la dificultad de mantener una economía mundial abierta.

La historia puede rimar, pero no se repitió. Al ignorar el consejo de los reaccionarios insensatos, los responsables de la formulación de políticas manejaron la reciente recesión mucho mejor que sus predecesores manejaron la depresión de la década de 1930. En lugar de un colapso en la producción y el comercio, esta era sufrió apenas un tropiezo. Parte de esto fue incluso deseable, en particular la disminución de los irresponsables préstamos transfronterizos a corto plazo. El crecimiento del comercio se desaceleró en relación con la producción mundial, pero no colapsó.

Sin embargo, las presiones sobre la globalización son evidentes. ¿Qué explica la desaceleración del crecimiento del comercio? La debilidad de la inversión en el período posterior a la crisis es uno de los factores. Otro es el agotamiento de oportunidades para la desagregación de las cadenas de suministro globales de bienes (la distribución de partes de procesos de producción integrados hacia varios países). En cambio, vemos evidencia de "repatriación" (la transferencia de la producción al país original) de algunas cadenas de suministro conforme disminuyen las ventajas de costo de producción en países emergentes. También ha sido importante la importación de algunas cadenas de suministro a China (la transferencia de procesos de producción de otros países), un punto señalado en un informe reciente del McKinsey Global Institute.

Los últimos esfuerzos importantes para liberalizar el comercio importantes fueron Ronda Uruguay en 1994 y la afiliación de China a la Organización Mundial del Comercio (OMC) en 2001. Desde entonces, la ronda de negociaciones comerciales multilaterales de Doha fracasó, Donald Trump retiró a Estados Unidos del Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP) y la negociación de una Asociación Transatlántica para el Comercio y la Inversión (ATCI) entre Estados Unidos y la UE apenas despegó.

Más recientemente, el mundo fue testigo de un cambio hacia el proteccionismo absoluto. Trump utiliza la polémica excusa de la seguridad nacional para justificar los aranceles sobre las importaciones de acero y aluminio, incluyendo las de los aliados más cercanos del país.

Estas acciones violan las normas de la OMC, que definen este vacío legal de la seguridad nacional muy restrictivamente. Lo más importante es que Estados Unidos. lanzó una guerra comercial abierta contra China. El comercio total afectado ya alcanzó aproximadamente el 7% de las importaciones estadounidenses.

Además, Estados Unidos indicó su deseo de cambiar el proceso de solución de disputas de la OMC y está bloqueando los nombramientos para el órgano de apelación de la organización, con el propósito de incapacitarlo para cumplir sus funciones.

Aunque las acciones tomadas hasta el momento no son muy dañinas, sí lo fue el rechazo ideológico de los principios fundamentales del sistema de comercio global por parte de su fundador, Estados Unidos: en lugar de la liberalización, existe el proteccionismo; en lugar de multilateralismo, unilateralismo; en lugar de regulaciones globales, discreción nacional. Lo que no está claro es hasta qué punto esto representa un repudio permanente de los compromisos pasados por parte de Estados Unidos. Pero la sospecha de las aspiraciones chinas y la creencia de que el comercio fue "injusto" para Estados Unidos son cosas que gran parte del espectro político estadounidense comparte.

¿Qué nos depara el futuro? Muchas cosas dependen de la evolución de la política interna en los países de altos ingresos, especialmente en Estados Unidos. Si se sigue convirtiendo a los extranjeros presuntamente pérfidos en chivos expiatorios de los fracasos de la política interna lo cual es siempre una tentación el nacionalismo económico aislacionista podría volverse aún más potente. Alternativamente, en un mundo en el que resurgen las políticas de las grandes potencias, podríamos ver surgir bloques comerciales proteccionistas alrededor de las superpotencias económicas: Estados Unidos, la Unión Europea y China.

La evolución de las oportunidades económicas también definirá la globalización, como siempre lo hizo, desde los barcos de vapor y los cables del siglo XIX hasta los buques portacontenedores y el Internet de la actualidad. En un libro de crucial importancia, publicado a principios de 2019, Richard Baldwin, del Graduate Institute en Ginebra, analiza lo que él llama "globótica", un feo neologismo que describe la integración de la inteligencia artificial con la robótica. El autor argumenta que esto influirá en muchos servicios de la misma forma en que la antigua revolución de la información influyó en la fabricación: facilitará la deslocalización y acabará con una enorme cantidad de empleos.

El impacto será doble. Primero, las mejoras en la tecnología harán que sea mucho más fácil colaborar a distancia. Las personas que no se encuentren físicamente presentes podrán participar de forma mucho más plena en el trabajo colaborativo, principalmente como resultado de las mejoras en la realidad virtual. Esto promoverá la globalización. Segundo, muchas tareas que ahora realizan las personas las llevarán a cabo las inteligencias artificiales y los robots, lo cual revolucionará muchas actividades de servicio, con efectos económicos y sociales profundos y altamente desestabilizadores.

El desarrollo de actividades económicas transfronterizas continuará reflejando la interacción entre la tecnología y la política. La primera crea oportunidades, la segunda tiene dificultades para manejarlas. La política, ahora, es cada vez más aislacionista. Sin embargo, la humanidad está descubriendo nuevas formas de acortar las distancias y saltar las barreras. A largo plazo, lo más probable es que la globalización avance. Pero a corto plazo el camino parece ser muy escabroso.

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