Las fintech de pagos representan un riesgo sistémico global

Hace poco, las compañías que procesaban pagos eran los menospreciados burros de carga del sistema financiero que trabajaban tras bambalinas para enviar dinero a todo el mundo. El auge del dinero digital y la industria del fintech cambiaron eso. Más del 80% de las compras en países como Suecia y Corea del Sur se realizan sin efectivo, debido a la proliferación de las aplicaciones móviles y los pagos con tarjeta. En el Reino Unido y EE.UU., representan el 66%. El procesamiento de pagos es una industria de alto crecimiento y alta tecnología con altas valoraciones.

El lunes, Worldpay una de las principales compañías que vincula a los locales comerciales con las compañías de tarjetas de crédito y los bancos anunció que será adquirida por su rival FIS por u$s 43.000 millones. La oferta representó una prima sobre un precio de mercado ya elevado. Los inversores están valuando a las compañías como Worldpay al doble de la tasa aplicada a gigantes del sector bancario, desde JPMorgan hasta HSBC.

Esa operación es parte de una tendencia en la que los grupos de procesamiento de pagos utilizan las adquisiciones como un atajo para escalar y consolidar una industria aún muy fragmentada. Después de una guerra de pujas con Mastercard, Visa comprará Earthport, una firma británica de procesamiento de pagos. El año pasado, PayPal compró el unicornio sueco iZettle. En los últimos 20 años, FIS hizo una operación por año y se ha catapultado a los niveles más altos de la industria de procesamiento de pagos.

Todo esto refleja el crecimiento natural de una nueva dimensión de la economía. Sin embargo, puede haber motivos de preocupación.

Los precios se ven elevados teniendo en cuenta que se está desacelerando la expansión del sector de procesamiento de pagos. A pesar de que en los últimos años se observaron fuertes aumentos en los volúmenes en muchos mercados desarrollados, el giro de pago en efectivo a pago digital es limitado, por lo que es inevitable que disminuya el ritmo a medida que la progresión entra en sus etapas finales.

Al mismo tiempo, la velocidad y la magnitud de las operaciones están creando grupos complejos que pueden carecer de sofisticación necesaria para administrarlos. En el caso de Worldpay, el director de FIS será presidente del directorio, presidente y CEO del enorme grupo.

El tamaño y la complejidad también conllevan desafíos tecnológicos. La industria de procesamiento de pagos está entre las más vulnerables a los riesgos cibernéticos. Un ataque dirigido contra una compañía de procesamiento de pagos dominante podría incapacitar grandes sectores de la economía sin previo aviso.

Los mayores operadores deben tener más capacidad para invertir en las mejores defensas contra riesgos cibernéticos. Pero esto tiene un doble filo. Cuanto mayor sea el tamaño del grupo de procesamiento de pagos, mayor será su riesgo sistémico. Incluso una breve interrupción en las operaciones de Visa Europe el verano boreal pasado provocó un caos para millones de personas.

Está claro que el enfoque hacia la regulación bancaria concebido tras la crisis financiera de 2008 no coincide con el de otras áreas dinámicas del sector finanzas. Los responsables de las políticas globales ya han llegado a la conclusión de que las grandes aseguradoras y los grandes gestores de activos no deben considerarse sistémicamente importantes. Con una falta de visión similar, no logran ver los crecientes riesgos en la tecnología financiera.

El sistema regulatorio que gobierna a los grupos de procesamiento de pagos es incoherente y carece de peso. No va en línea con la supervisión de los bancos, lo cual deja dudas sobre la solidez de las compañías financiadas y la calidad de sus defensas contra un ataque cibernético serio.

Los responsables de políticas hicieron un buen trabajo con respecto a la regulación bancaria. Pero parecen estar olvidando una lección secundaria de la crisis de 2008: la regulación debe seguir el ritmo de la innovación financiera.

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