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La expansión pesquera de China

China es la principal potencia pesquera del mundo de acuerdo a la FAO. Con 2571 barcos de gran altura y una estrategia gubernamental bien definida está logrando el control de los caladeros más significativos y de los principales holdings pesqueros del planeta. Hasta hace dos décadas la pesca china en el Pacífico y la acuicultura bastaban para abastecer tanto el auto consumo como la industria de elaborados. Hoy eso ha cambiado. Según la OCDE, China necesitará más de 60 millones de toneladas anuales para satisfacer las demandas internas para el año 2022.

Ese dato proyecta un escenario de enorme agresividad pesquera que ha pasado a ser de preocupación tanto política como comercial.

Los subsidios que reciben los pesqueros chinos en particular con los combustibles, la pesca ilegal y no declarada, cuestiones conexas, como la sobrepesca de especies en alta mar y el asedio a zonas económicas exclusiva en 35 países, pone la cuestión de la pesca de China en un estado de alerta principalmente en África y Américas Latina. Solo en el Atlántico sudeste y sudoeste la flota china elevó las capturas en 800% en cinco años. Un reciente informe de la UE destaca que las capturas chinas en el mundo son superiores a las formalmente declaradas. Algunas estimaciones señalan que esa diferencias son 12 veces más que las que China informa a la FAO o a la ONU.

En la reunión de la OMC en Buenos Aires, Beijing asumió el compromiso no vinculante de no sobrepasar el número de 3000 pesqueros para el 2020. También de limitar los subsidios y de iniciar un mejor control sobre el estado de las tripulaciones que suele encontrase en condiciones infrahumanas. Sin embargo, China está encarando una estrategia pesquera con alcances que merece atención. El último plan quinquenal chino, aspira a reemplazar la flota actual con súper pesqueros y gigantescos buques factoría con la capacidad de multiplicar los actuales niveles de captura y procesamiento.

Esa expansión pesquera se complementa con el establecimiento de bases logísticas y de producción en diferentes regiones con la capacidad de potenciar la actividad de la flota y la industrialización y elaboración de las capturas. En el Océano Atlántico, por ejemplo, están por entrar en operación los puertos pesqueros chinos en Mauritania, Guinea Bissau, Ghana y próximamente en Uruguay con serias consecuencias para la sustentabilidad de las especies comerciales principales. El calamar illex, en el caso del puerto de Montevideo, puede ser un ejemplo.

Esos enclaves pesqueros chinos representan quizás una de las mayores amenazas que enfrentará la pesca a nivel global y en particular en el Océano Atlántico Meridional. Es de esperar que el conjunto de los problemas que plantea la existencia de una superpotencia pesquera reciba respuestas responsables y colectivas por parte de todos los Estados para poner un freno a actividades comerciales desmesuradas y que afectan tanto la libre competencia conforme a los criterios de la OMC como la sustentabilidad de las especies de acuerdo a la FAO.

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