La crisis real argentina

El futuro de la Argentina dependerá en si finalmente se hacen las reformas estructurales que reduzcan el gasto público y los impuestos para abrirle espacio a la gente y las empresas, al consumo privado y a la inversión privada.

Los cambios en el plan económico para resolver la severa crisis que atraviesa la Argentina han sido críticos para estabilizar al peso argentino en días recientes. Aun así, no son suficientes para resolver completamente la crisis, lo que sugiere que las presiones sobre el peso regresaran si no se toman las decisiones que aseguren el éxito final del plan del gobierno.

El cambio más importante que hizo el gobierno fue el de reemplazar los objetivos de inflación del Banco Central (BCRA) por un objetivo de cero crecimiento en la base monetaria. La base cero ayudara a la Argentina a reducir drásticamente la inflación por, primera vez en una década, abandonando el grave error que ha caracterizado a los gobiernos argentinos desde hace mucho tiempo: la idea de que se puede crecer con inflación.

No se puede, y para eso solo hace falta ver la propia experiencia Argentina y la de tantos otros países. El éxito final del gobierno dependerá de su éxito en cambiar al gobierno, es decir contener los elevados e insostenibles niveles del gasto público. De aquí a la elección debería ser “fácil dado que la elevada inflación este año de por lo menos 45%, implica que solo se necesita contener el gasto (no subirlo) para alcanzar un fuerte superávit fiscal primario.

Después de la elección, el futuro de la Argentina dependerá en si finalmente se hacen las reformas estructurales que reduzcan el gasto público y los impuestos para abrirle espacio a la gente y las empresas, al consumo privado y a la inversión privada.

En este sentido, hay dos aspectos cruciales que definirán el éxito fiscal en el 2019.

El primero es cambiar el gasto del gobierno central. En el corto plazo debería ser fácil ya que esto solo exige contener el gasto público. En el mediano plazo, después de la elección presidencial, se necesitan las reformas a las pensiones, laborales e impositivas que siguen generando las enormes presiones económicas sobre la Argentina y sobre su base productiva, la gente y las empresas, los trabajadores y los empresarios.

El segundo, está relacionado a la presión fiscal, y es el que el banco central debe dejar de emitir bonos, letras, notas o deuda que al final solo buscan abrirle espacio al gobierno a costa de la gente y las empresas argentinas, es decir generando un ajuste desproporcional sobre el sector privado al reducirle drásticamente la liquidez, mientras el gobierno no se ajusta lo suficiente para resolver sus presiones fiscales y generando niveles de riesgo que no están medidos adecuadamente por el mercado financiero.

Esto nos lleva al punto central que definirá para las generaciones del mañana el éxito del gobierno del presidente Cambiemos tiene que liderar el ajuste, no pasárselo desproporcionalmente a la gente. En una crisis, la gente y las empresas siempre se ajustan y sufren la crisis, lo importante es que el esfuerzo incluya a la fuente de las presiones o distorsiones sobre la economía: la enorme presión del gasto público.

El ajuste fiscal del gobierno general que requiere la Argentina para hacer su deuda sustentable hoy es de un superávit primario del 2% de la economía hoy, no en tres o más años. El continuar con un déficit fiscal en la ausencia flujos de capital estables, implica que el ajuste recae desproporcionalmente sobre la gente y las empresas argentinas, lo que hace más profunda la recesión.

Sin duda, el objetivo base cero bajará la inflación mucho más rápidamente de lo que se piensa. El problema es que esto se alcanza a través de meter a la economía en una brutal recesión, de mas del 7% hacia fin del 2018 y durante inicios del 2019, lo que por supuesto hace que la baja inflación no sea sustentable y que los mercados financieros regresen eventualmente a buscar dólares a medida que las presiones recesionarias, sociales y políticas se intensifiquen.

A diferencia del cambio radical en la política monetaria para bajar la inflación, los objetivos fiscales presentados hasta hoy no logran hacer a la deuda pública sustentable, que es esencial para alcanzar la estabilidad final. La experiencia que tiene el país con crisis anteriores y la experiencia de otros países muestra que la deuda soberana solo es sustentable con un fuerte superávit fiscal. Durante la salida del default después de la crisis del 2001 y 2002, lo único que le pedimos al gobierno para salir del default fue un superávit de 3% del PIB.

Con la inflación en 42% en ese momento, el gobierno sabía que llegar a un superávit fiscal requería de contener el gasto público. Entre el 2001 y el 2006, el superávit primario Argentino, incluyendo los años de depresión económica, fue del 3.2% de la economía. El superávit fiscal promedio propuesto en el nuevo plan entre el 2017 y el 2022 es de 0.4% de la economía, o un esfuerzo fiscal muy limitado, lo que exacerba la presión y el ajuste de la sociedad Argentina, haciendo que la deuda aumente y no sea sustentable al alcanzar niveles del 100% en el 2019.

En este 2018, y con llegar a un superávit de 2% de la economía, solo se necesita contener el gasto público, excepto por las pensiones y los programas de protección a la niñez. La crisis por la que atraviesa la Argentina no es un resultado de las presiones del mundo y el alza de tasas en los EUA, que por supuesto, solo exigen más y mayores cambios profundos, sino de los elevados déficits fiscales, de gasto público e impuestos que ahogan a la gente y a las empresas.

Con inflación del 45% debería ser fácil cambiar esto hoy ya que solo se necesita el compromiso serio de contener el gasto, reducirlo mañana no va a ser fácil porque se necesitan las reformas estructurales que finalmente resuelven el problema de fondo. La crisis de la Argentina es una crisis fiscal y esto necesita cambiar hoy para que la Argentina pueda crecer mañana.

Hace menos de veinte años, la Argentina demostró que puede liderar con el ejemplo y realizar los ajustes profundos que exige su crisis fiscal, y como dijo Carlos Gardel y Alfredo Le Pera famosamente en 1930, “veinte años no es nada, especialmente para olvidar como lograrlo otra vez.

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