PUNTO DE VISTA

¿Hacia dónde van las ciudades?

El mundo hoy piensa hacia dónde se están dirigiendo las ciudades. Se trabaja en base a una planificación que busca llegar a un destino, a una meta. ¿Cuál es el futuro de las ciudades? ¿Qué buscan? ¿Qué es una ciudad inteligente?

Esencialmente, que los ciudadanos que la habitan puedan vivir y convivir en forma equilibrada y armónica. Esto es, que el trabajador que usa el transporte público pueda viajar cómodo y llegar en un tiempo razonable. Que esto, a su vez, desincentive el uso de vehículos privados y contribuya a evitar congestionamientos de tránsito. Que lo anterior ayude a sumar hábitos saludables de vida, como el mayor uso de bicicletas, o el uso de sendas peatonales libres, abiertas y en buen estado para caminar, hasta la difusión del uso de los gimnasios abiertos.

Que las personas se apropien del espacio público. Que existan múltiples espacios, plazas, pistas, paseos con instalaciones y juegos para niños y grandes, espacios de recreación y descanso. Que la música y diversión sean eso, vivencias de celebración realizadas en lugares y horarios que respeten a los vecinos en su descanso. Que seamos responsables de nuestras mascotas, que seamos conscientes a la hora de generar y clasificar nuestra basura.

La meta entonces está clara: lograr que las personas que vivimos en la ciudad, podamos vivir y convivir mejor. Para eso debemos dejar atrás el viejo concepto de que gestionar una ciudad se reduce al bacheo, el cambio de un foco de luz o la recolección de residuos. Gestionar una ciudad implica gestionar su desarrollo y el de sus habitantes. Dirigentes políticos, arquitectos, docentes, abogados, contadores, comerciantes, ingenieros, desarrolladores, operarios, vecinos. Todos pensando, diseñando, trabajando y haciendo el desarrollo de una ciudad. Porque la ciudad en que vivimos es nuestro hábitat. Es el conjunto de factores tanto físicos, como geográficos, naturales y de entorno social que inciden en el desarrollo de cada uno de nosotros como individuos.

Pero, ¿quién debe liderar ese desarrollo? El gobierno local. Porque la iniciativa para el desarrollo de una ciudad hacia el futuro es claramente una decisión política. Una decisión que surge de las verdaderas necesidades de la sociedad, y que necesita ser acompañada de la participación de sus protagonistas: los vecinos, los comerciantes, los adultos mayores, jóvenes, estudiantes, trabajadores, docentes, empresarios.

Con decisión política y la participación de la ciudadana, sólo hace falta generar ideas innovadoras o sumar las que ya han sido probadas con éxito. Porque sin ideas no hay planificación posible. Algunos ejemplos que han sido fabulosos por sus resultados en ciudades del mundo, son ideas que han dejado huella en el desarrollo urbano como las supermanzanas en Barcelona. Una supermanzana es un espacio urbano que, a diferencia de una manzana tradicional es, típicamente, una zona peatonal en la que se desarrollan actividades de esparcimiento, o un complejo residencial de edificios rodeados de espacios verdes y con tráfico limitado.

Ideas que han modificado la movilidad urbana, como el incentivo al uso de la bicicleta en ciudades europeas, muchas de las cuales han logrado que la prioridad sean el ciclista y el peatón, y por último los vehículos. Amsterdam ocupó por décadas el podio de ciudades "bici". No sólo la ciudad cuenta con más de 500 kms de carriles exclusivos para bicicletas, sino que en la actualidad el país, Holanda, tiene más bicicletas que habitantes. Otro caso es el de la ciudad de Copenhague.

En 2004, el 41% de los habitantes de Copenhague iba a trabajar en bici. En 2010, ya se había alcanzado el 50%. Está claro que estos logros no surgen de la noche a la mañana. Han hecho falta décadas de inversión y de insistencia en priorizar a los ciclistas sobre los automóviles y motos.

Existen ideas que han cambiado realidades como en Medellín, Colombia. Allí, el Metrocable es el sistema de tránsito rápido de tipo teleférico para movilización urbana, que permite el acceso de zonas vulnerables al transporte público y su conexión con el subterráneo. O los bien conocidos sistemas BRT (Bus de Tránsito Rápido) como el de Curitiba en Brasil, que fue pionero el mundo. Y que luego fue copiado y adaptado a proyectos como el TransMilenio en Bogotá o el MetroBus en Buenos Aires.

Está claro que siempre se debe tener en cuenta cada realidad local a la hora de adaptar estos sistemas y desarrollos. Pero en todos los casos existen tres condiciones imprescindibles para llevarlos a cabo. La primera: cuidar el medio ambiente. Si no preservamos el hábitat natural y el entorno, ningún desarrollo es sostenible a futuro. La segunda: generar y usar datos. Si no tenemos información, no hay planificación posible, no sabemos dónde estamos parados. Hoy contamos con herramientas y tecnología para conocer, planificar, prevenir, georreferenciar e interactuar con la ciudadanía. La tercera: gastar bien. Para muchos, la disponibilidad de recursos es la principal limitante a la hora de generar un mejor desarrollo urbano. No debería ser así. Lo fundamental es la prioridad que se asigna al gasto. Muchas ideas no generan enormes gastos. Hay que animarse e innovar, sin perjuicio de hacer más eficiente la recaudación disminuyendo la evasión, con cuentas claras hacia los contribuyentes; y sumando fuentes no tradicionales de ingresos.

El objetivo es ambicioso pero alcanzable. Porque mejorar la calidad de vida de los ciudadanos es posible. Sólo debemos tomar la decisión y seguir adelante. Siempre es un buen día para empezar.