Tierra de volcanes

Malargüe reúne en pocos kilómetros una riqueza geológica inigualable que vale la pena descubrir en el sur de la provincia de Mendoza.

Mendoza es una provincia rica en atractivos turísticos: los picos cordilleranos liderados por el inigualable Aconcagua, su miríada de bodegas de bella arquitectura, la gastronomía de alto nivel, la belleza de San Rafael y sus alrededores increíbles, como las Dunas del Nihuil que el Rally Dakar mostró al mundo.
Quizás por contar con tantas alternativas es que pasa desapercibido el fantástico mundo geológico que se abre en el sur, de Malargüe a Bardas Blancas.Raid entre volcanesUn buen comienzo para cualquier visita a la región es la excursión a la Reserva La Payunia, un área con más de 1.200 volcanes, algunos de ellos, como el Morado, con actividad más que reciente: en geología 800 años es apenas un pestañeo.
La excursión hasta allí recorre casi 400 kilómetros, gran parte de ellos de ripio o, incluso, apenas una huella en medio de un de-sierto negro. Pero en esas casi 10 horas de excursión es posible recorrer, tocar y pisar un catálogo inigualable de erupciones volcánicas. Al regresar hacia Malargüe por la ruta 40 se ven tres carteles que merecen la atención en días subsiguientes.
Uno de ellos indica la cercanía de la Caverna de las Brujas, un sitio fantástico ubicado en el cerro Moncol, a 1.930 metros sobre el nivel del mar. Es un laberinto de salas con estalactitas y estalagmitas que tardan miles de años en crecer a partir del persistente goteo de las aguas que se filtran en la roca. Son en total unos cinco kilómetros de espacios misteriosos, cuya entrada es la Caverna de Las Brujas, de un metro con ochenta centímetros de altura por unos ocho de ancho. Lo más espectacular es transitar La Gatera, un túnel de 20 metros de largo, un metro de alto y otro tanto de ancho, con subidas y bajadas. Para ingresar, primero hay que reservar y pagar el acceso en la oficina de turismo de Malargüe (luego en el lugar se abona el servicio a los guías; entre ambos pagos suman $ 150 por todo el recorrido para un adulto).Dos sitios únicosEntre los clásicos de Malargüe están la visita a Los Molles y Las Leñas, el Pozo de las nimas y la Laguna de la Niña Encantada. Todo esto es de enorme belleza, pero no se compara con dos sitios que es obligación visitar.
El primero es el Volcán Malacara. Para acceder hay que pasar previamente por la agencia Erupción Malacara (en la avenida principal, junto al Casino) para abonar $ 100 (una vez en el lugar, al guía se paga otros $ 30).
Todo para meterse dentro del volcán. Así de sencillo y de espectacular. La erupción del Volcán Malacara fue de tipo hidromagmática, es decir, que el magma entra en contacto con el agua. Es una clase de evento sumamente violento, que dejó una conformación geológica especial. Luego el viento y el agua fueron modelando pasadizos, cárcavas y chimeneas con casi 30 metros de altura en colores negro, rojo y amarillo. El trekking recorre estas cárcavas y permite acceder a cámaras magmáticas sin salida más que por una chimenea por la que entra la luz del sol, generando imágenes imperdibles.
El mismo adjetivo se puede utilizar para el circuito que incluye el Valle del Río Grande, Las Loicas, las Termas de Cajón Grande y finalmente, la Laguna del Maule.
Todos estos sitios se encuentran en el camino al Paso Pehuenche, uno de los dos cruces a Chile que hay en la zona. La mayor parte de los 150 kilómetros desde Malargüe son de asfalto, salvo pequeños tramos que aún están en construcción. Para llegar a Cajón Grande y la laguna del Maule es necesario hacer el trámite migratorio en Las Loicas, pero no hace falta completar el cruce en la aduana chilena.
Cuando se deja atrás la ruta 40 se toma el camino al paso bordeando el río Grande, el de mayor caudal en Mendoza y seguramente el menos famoso. Tras el trámite en Las Loicas se sigue ganando altura hasta casi la frontera, donde se alcanza el desvío a las Termas de Cajón Grande. Además de las aguas termales, la belleza del paraje es subyugante.
Y un par de kilómetros después se llega a la divisoria de aguas: allí se ve cómo los manchones de nieve generan hilos de agua que bajan hacia el este y, apenas un par de minutos más tarde, es notorio como corren hacia el oeste. Estos dan vida a una laguna de enormes dimensiones, de un azul furioso, con bordes verde esmeralda y hasta playas de arena blanca: es la laguna del Maule. A medida que el camino desciende se llega hasta su orilla y desembocadura. El viaje puede continuar hacia Chile o bien se puede retornar a la Argentina. Lo que no se puede hacer, por nada, es dejar de visitar este rincón especial en la Cordillera de los Andes.
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