LIBRO DE AUTOR

"Sin reglas de juego perdurables no habrá inversión ni crecimiento"

Sergio Berensztein y Marcos Buscaglia plantean la necesidad urgente de un cambio sistémico que contemple el plano electoral, la coparticipación y el funcionamiento del Estado para recuperar la confianza en el país. Dicen que las reformas no requieren cambiar la Constitución, pero sólo tendrán éxito si salen por consenso.

Llegamos a la conclusión de que no habían sido las políticas económicas las que habían empobrecido a la Argentina (...), sino que se habían probado todas las políticas económicas posibles y ninguna había podido generar un crecimiento sustentable", arranca el prólogo de Los beneficios de la libertad, el libro que escribieron a dúo Sergio Berenztein y Marcos Buscaglia -recientemente lanzado al mercado editorial-, que resume una serie de propuestas para que la Argentina pueda dejar atrás su larga debacle y, a partir de un acuerdo de políticas y reglas de juego perdurables en el tiempo, encontrar el sendero correcto.

- El libro plantea que las crisis y la inestabilidad crónica que sufre Argentina tiene que ver con la política, no con la economía. O sea, buscar una solución a estos males es más complejo que aplicar tal o cual receta económica...

SB: Es complejo, pero el lado positivo es que la Argentina nunca se propuso resolver esto, la agenda de reformas políticas, institucionales siempre fue muy minimalista, nunca tuvo una visión de mediano y largo plazo. En todas estas reformas, incluso la de la Constitución de 1994, predominaron objetivos cortoplacistas, muy vinculados a la lógica del poder y no de mejorar las reglas de juego.

MB: Hablando con alguien de una cámara empresaria me decía sobre las inversiones, si bien ha mejorado mucho el clima, que los empresarios están aún muy dubitativos porque lo que no saben es si esto es un ciclo de cuatro años o es permanente. Que haya tanta inseguridad en la Argentina sobre la permanencia de las reglas de juego afecta la inversión y por lo tanto afecta el crecimiento.

- Y en esto de tener reglas de juego claras, ¿cómo analizan el tema del blanqueo? ¿No es una señal en contrario? Porque se premia al evasor. ¿Qué pasa con el que cumplió?

SB: Siempre es controversial una amnistía fiscal. Hay que ver el proyecto final. Pero tal como lo concebió el PEN había premios a quien había cumplido y castigos al que evadió. A la vez hay un reconocimiento que en la Argentina, por la inseguridad jurídica, etc., se generaron incentivos muy fuertes a sacar los ahorros del país o del sistema financiero. Hay también una idea de decir: "armemos un entorno de mayor confianza". Son los primeros pasos, es difícil saber si esto se va a consolidar. Con Marcos proponemos que sean reglas distintas en el plano electoral, la coparticipación y el funcionamiento del Estado. Sin una visión mucho más sistémica, no vas a conformar un entorno de reglas de juego más previsibles.

MB: También cambiaron las condiciones globales: a partir de enero de 2017, los países empiezan a compartir información de manera automática, también los Panamá papers... La idea es no sólo en Argentina, en todo el mundo, en mayor o menor grado, se ha evadido llevando plata offshore. El blanqueo lo hizo Chile, lo está haciendo Brasil, distintos países, porque cambiaron las condiciones y hay que ver cómo la gente blanquea sus tenencias de activos.

- Después de 12 años de kirchnerismo, ¿recuperar la confianza es un desafío titánico? No hubo reglas de juego, directamente...

MB: Como no viví en el país, lo miraba un poco menos apasionadamente y creo que lo que hay que pensar siempre no es en las personas sino en por qué ocurren las cosas que ocurren. Sacarle la parte personal de Cristina, Kicillof... Ocurrió porque existe un sistema institucional armado con un sesgo en cierto sentido al peronismo, pero sobre todo un sistema donde los legisladores responden a los gobernadores y estos están fiscalmente atados de pies y manos al PEN. Entonces un presidente con popularidad y tanto dinero como tenía CFK y además del PJ, podía hacer lo que quería. Hay que ver cómo cambiamos esto.

- Sostienen que serían medidas de bajo costo de implementación. ¿A qué se refieren?

SB: Dos dimensiones. La primera es que esto no requiere reforma de la Constitución, que tiene un riesgo enorme, porque abrís la caja de Pandora, llamás a la Constituyente, se juntan en la Asamblea, ésta es soberana y puede pasar cualquier cosa. Es también bajo costo, porque si estos mecanismos institucionales mejoran, el resto de las instituciones van a funcionar mucho mejor, incluyendo la Constitución. Ejemplo, la autonomía de las provincias.

- Este acuerdo parcial de devolución gradual del 15% de coparticipación, ¿es un paso en esa dirección?

SB: Nuestro régimen es muy complejo. Refleja un vínculo nocivo entre la Nación y las provincias. Idealmente habría que ir a otro que requiere un cambio en la Constitución... con este Congreso no va a pasar. Planteamos un plan B para regularizar esto y generar un principio de equidad porque hoy está mal distribuida la plata generando iniquidades, al punto que cualquier ciudadano, amén de dónde esté, siente que paga más que el resto. Hay que corregir la sensación de que las reglas te atacan en vez de protegerte y generan incertidumbre.

MB: Lo del 15% ocurrió después de que el libro estaba terminado, pero no soluciona el desequilibrio. Sí le da más recursos a las provincias. Lamentablemente el gobierno nacional no les exigió nada. En las provincias es necesario más democracia, en casi todas se han ido alterando las constituciones para darle cada vez más poder al Ejecutivo local, en Santa Cruz tenés reelección indefinida. Les hubiera exigido más porque Argentina necesita cada vez más democracia de abajo hacia arriba.

- Plantean el tema de la Justicia, este hábito de los jueces de ir acomodándose al poder de turno, que hoy lo vemos con este apuro de algunos por juzgar la corrupción K.

SB: Argentina funcionó con un régimen hiperpresidencialista por el que el PEN influía en el Congreso, la Justicia, las provincias, sindicatos, etc., no había un juego de frenos y contrapesos y división de poderes sino más un orden a partir del cual el Presidente era el eje del sistema político. Aparentemente hay una voluntad del Gobierno de cambiar esto. Con un presidente que tiene que dialogar en el Congreso porque no tiene mayoría... Con la Justicia, creo que más por virtud que por necesidad, Macri está dejando jugar con mayor autonomía. Nunca un presidente a los seis meses de llegar al poder fue imputado en una causa. No hubo Panamá papers, sí, pero no pasó nunca.

- Hablan de la necesidad de lograr consensos al estilo de La Moncloa. Sin embargo, Macri no estaría de acuerdo, en el sentido de que cree sería convalidar una debilidad en materia de gobernabilidad. ¿Es así?

SB: Pensamos que no sólo no es una señal de debilidad sino que es indispensable. No nos basemos en el Pacto de la Moncloa como modelo, porque eso sirvió para España y quienes lo protagonizaron no eran conscientes de lo que estaban haciendo. Nuestro punto es que si no lo hacés por consenso, la historia nuestra demuestra que no sirve. Si no te sentís parte de ese cambio, tenés como razones justificadas para voltear todo lo que hizo el anterior. Lo que importa son las reglas, después las políticas tienen que cambiar porque cambian las circunstancias, el mundo, si te atás a cosas y no las podés cambiar, tenés un problema.

MB: Hablamos de un pacto sobre reglas de juego, en temas electorales, de coparticipación, del funcionamiento del Estado. Creo que cuando en la prensa se habla de pactos, hablan de cosas mucho más del momento.

-¿Se necesitan por lo menos dos períodos para llevar adelante estas reformas?

MB: Para mí es al revés, en el sentido de que el éxito de un proceso así de acuerdos se va a ver cuando venga un Presidente de otro signo y continúe con un conjunto de políticas... que la Argentina no pegue bandazos.

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