Potenciar el desarrollo de la economía real para un país más federal

Toda organización federal supone, en su estructura, una tensión en cuanto a la distribución de los recursos entre los distintos estamentos (estados, provincias, municipios) que la componen. A la misión de satisfacer necesidades básicas a cargo del estado (salud, seguridad, educación, etc.), se le suma la expectativa de equidad y la discusión sobre las bases de la misma. ¿Qué es ser equitativo? Para algunos puede ser darle a todos lo mismo, para otros proporcionarlo según las poblaciones, o inclusive, compensar las aparentes desventajas para tratar de igualar desarrollos en infraestructura, etc.

En Argentina, en 2018, se giraron a las provincias partidas en concepto de coparticipación por un 7,4% del PBI. En 2015 ese porcentaje alcanzaba al 7%. A su vez, el gobierno nacional tiene también la capacidad de girar fondos discrecionales a cada provincia que no responden a un porcentaje fijo, pero suelen ser partidas muy inferiores a la coparticipación.

El federalismo y la coparticipación ocupan habitualmente una parte importante de la agenda de campaña de la política nacional, y una buena cantidad de titulares en diarios. Pero toda esta conversación rehúye de un enfoque central y que debería ser anterior, aunque a menudo queda olvidado detrás de las pugnas por los recursos disponibles. El verdadero impulso para un desarrollo federal es que todos los distritos que lo componen tengan potencial productivo y puedan explotarlo, reteniendo así a los segmentos más jóvenes de su población y brindando similares posibilidades de desarrollo.

Desde el punto de vista poblacional, en la Argentina hay una densidad de aproximadamente 15 habitantes por km2. (bastante similar a la media global). El 92% de la población vive en centros urbanos; más del 30% de la población vive entre la ciudad autónoma de Buenos Aires (CABA) y el Gran Buenos Aires (24 partidos) y el 60% de la población se concentra en el 22% del territorio (CABA, Buenos Aires, Córdoba y Mendoza).

Desde la mirada económica, en Argentina las PyMEs (pequeñas y medianas empresas) representan el 44% del PBI, explican más del 70% del empleo privado y son las que exportan con mayor valor agregado. Hay aproximadamente 27 pymes cada 1000 habitantes. De hecho hay un total de 853.886 pymes pero 465.618 (55%)  están radicadas en CABA y Provincia de Buenos Aires; ambos distritos combinados generan el 51% del PBI nacional.

Esta concentración de la estructura productiva (de bienes y servicios) tiene un correlato con la formación universitaria y la capacidad de retener talento joven en las provincias. De 55 universidades nacionales, 25 (45%) tienen su sede en CABA o Provincia de Buenos Aires. De la misma forma, en CABA y Gran Buenos aires funcionan 49 centros universitarios privados, mientras que en el resto del país funcionan 51.

Adicionalmente a un desarrollo desigual de las distintas regiones, la concentración urbana que se genera implica un mayor costo de vida promedio. Las familias deben afrontar un mayor gasto habitacional, de transporte y de esparcimiento en las grandes urbes que se suman a la provisión de servicios básicos como la seguridad y la educación.

Avanzado el siglo XXI y con los servicios explicando un gran porcentaje del PBI global, la conectividad digital y física disponible, sumado al crecimiento poblacional (mayor en Latinoamérica a la media global), la creación de mayor infraestructura descentralizada, el potenciamiento de proyectos y empresas que sean fuente de bienes, servicios y empleo, debe ocupar un rol central en la agenda de desarrollo. De esta forma, la discusión sobre la distribución de la recaudación nacional, puede pasar a un segundo plano, dando prioridad a la generación en sí de la riqueza y el bienestar.

El desafió a futuro será el de potenciar las economías regionales, fomentar la educación terciaria en las provincias y facilitar y promocionar la creación de PyMEs en cada rincón del país.

 

El autor es Director de ADBlick Business Consulting 

Noticias de tu interés