Pax cambiaria y mayores controles, las obsesiones K para enfrentar las urnas

Hasta agosto, cuando se celebren las PASO, el Gobierno debe lidiar con serias dificultades y su éxito o fracaso tendrá incidencia electoral. El foco es mantener la calma cambiaria, pero a costa de menor actividad. Más parate industrial por falta de dólares; deterioro de las condiciones externas y acuerdos salariales anti-competitividad: las amenazas latentes.

De aquí al 9 de agosto, cuando tengan lugar las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO), que en la práctica operan como la mejor encuesta preelectoral, el Gobierno deberá hacer frente a una serie de amenazas y deudas económicas pendientes. Su éxito o fracaso para afrontarlas se traducirá en el resultado de las urnas.


Ante la escasez de dólares, la obsesión será mantener la calma cambiaria a expensas de menor actividad y empleo. Entre las principales preocupaciones del Gobierno para estos cinco eternos meses figuran las consecuencias de la aceleración de la emisión monetaria (¿se trasladará a precios?; ¿se volcará al blue?); el parate industrial por el freno a las importaciones (dada la falta de dólares) y por la pérdida de competitividad; los vencimientos de deuda en moneda extranjera y la colocación o no del Bonar 2024; el cambio en las condiciones internacionales (caída de precios de las commodities, depreciación de las monedas emergentes, menor crecimiento regional) y las negociaciones paritarias que miran la inflación pasada.


"En este último tramo del mandato, pareciera que el Gobierno está más preocupado por las variables nominales que las reales", evalúa Esteban Domecq, de Invecq, para quien, al igual que el resto de los economistas consultados, la actual gestión prioriza el control de la inflación y el tipo de cambio por sobre el nivel de actividad. "Esto se observa claramente en la política monetaria de los últimos meses con el cambio de presidente del BCRA", dice, en alusión a la partida de Juan Carlos Fábrega y la asunción de Alejandro Vanoli, que tuvo lugar en octubre último.


En este sentido, "el Gobierno entiende que el costo político de ceder nivel de actividad es menor al de tener que enfrentar un desborde inflacionario o una corrida en el tipo de cambio", continúa Domenecq. Ante este escenario, la administración nacional implementa mayor absorción monetaria, aumento en las tasas de interés y disminución del ritmo de devaluación.

Prioridades

De este modo, a partir de las medidas tomadas por el Gobierno, es posible develar su ránking oculto de prioridades: en primer lugar, mantener la tranquilidad cambiaria y evitar la pérdida de reservas; en segundo puesto, el control de la inflación, y muy relegado, en tercer lugar, sostener el nivel de actividad. "El orden en las cuentas públicas no está dentro de la agenda económica del Gobierno", opina el director de Invecq.


"La preocupación más urgente es la falta de dólares, que hace que el Gobierno incremente las restricciones a las importaciones y, con ello, se resienta el nivel de actividad", sostiene Juan Pablo Ronderos de abeceb.com. En este sentido, también Ronderos ve que "hay un trade-off (sacrificio) entre el nivel de reservas y el nivel de actividad". Si el Gobierno libera reservas, es mejor para la producción y el empleo, pero peor para la estabilidad monetaria y cambiaria. Por otro lado, si se "sienta sobre las reservas" para mantener cierta estabilidad, será a costa de una menor producción. "Otro de los riesgos es que, en el contexto electoral, el Ejecutivo presione al Banco Central para que relaje la política monetaria y esto genere una mayor inflación y tensión en el mercado cambiario", agrega el gerente de Desarrollo de Negocios de la consultora de Dante Sica.


"A corto plazo, parece claro que la principal preocupación del Gobierno ha sido mantener la estabilidad cambiaria y, también, conseguir una desaceleración de la inflación", coincide Maximiliano Castillo Carrillo de ACM, quien lo atribuye a que, "en una economía altamente dolarizada como la nuestra, moderar la volatilidad del tipo de cambio es clave para reducir la incertidumbre" y destaca que el equipo económico "por el momento ha sido exitoso en este aspecto".


"El principal problema que puede complicar al Gobierno en el corto plazo es la falta de divisas, que es resultado del atraso cambiario y la falta de financiamiento externo por el default", considera Camilo Tiscornia, profesor de la Universidad Católica Argentina (UCA).


Esto podría poner en riesgo su estrategia de moderada suba del tipo de cambio oficial para contener la inflación. Además, deberá monitorear la evolución del conflicto con los holdouts y la marcha de la economía brasileña. El real se depreció fuertemente en el último tiempo, erosionando la ya baja competitividad argentina y complicando la estrategia oficial de moderada depreciación del peso.


Por otra parte, si bien la inflación se desaceleró, el docente de la UCA sostiene que "se mantiene muy elevada y tendrán lugar negociaciones salariales luego de un año en que el salario real se contrajo fuertemente".

Más controles

A partir de las prioridades fijadas por el Gobierno (tipo de cambio e inflación) y mientras no se logre colocar deuda en los mercados internacionales, los analistas coinciden en que la política económica se centrará en una profundización de los controles.


Así, la estrategia cambiaria seguirá apuntalando dos frentes, según Domecq. Por un lado, la administración de las reservas del Banco Central se tornará aún más minuciosa, lo que implicará mayores restricciones a las importaciones de acá a las elecciones, sobre todo luego de la liquidación de la campaña sojera, a partir de mayo. Por otra parte, se intentarán colocaciones de deuda del Gobierno nacional o, indirectamente, de alguna empresa pública, como YPF.


En tanto, la estrategia antiinflacionaria será "muy similar a la de fines del año pasado", opina el economista de Invecq, para quien se insistirá con el plan de Precios Cuidados, se implementará una política monetaria más restrictiva vía mayor absorción de pesos a través de Lebacs y, fundamentalmente, se inmovilizará el dólar utilizándolo como ancla nominal.


En coincidencia con Domenecq, Castillo prevé que la mayor estabilidad cambiaria se logre, como hasta ahora, sobre la base de crecientes controles, mayor represión financiera y un continuo deterioro del nivel de actividad que ayuda a contener las importaciones. Además, podrían sumarse ciertas medidas transitorias, como el acuerdo con las cerealeras que permitió ampliar la oferta de divisas a fines de 2014.


"A la falta de dólares, el Gobierno responderá manteniendo un férreo control sobre los pagos de importaciones y salidas de divisas en general, evitando un ajuste brusco del tipo de cambio", avizora Tiscornia, para quien, de ser necesario, se utilizará nuevamente el swap acordado con China para reforzar las reservas y se intentará otro canje del Boden 2015 por un bono más largo, para reducir la necesidad de divisas de este año. En la antesala electoral, evalúa el profesor de la UCA, seguramente no se autoricen ajustes de tarifas para moderar la inflación, evitar la pérdida de poder adquisitivo y contener las demandas de subas salariales.


Para Ronderos, el Gobierno administrará "día a día", con un ojo en la evolución de las reservas internacionales y en la sensación de estabilidad nominal, y el otro en el clima social y político, siendo el nexo entre ambas la marcha de la actividad económica. Desde abeceb.com consideran que, una vez que el Gobierno vea que acumula un volúmen de reservas que considere suficiente, empezará a usarlas para evitar el costo político de una fuerte recesión. Así, en la medida que ingresen los dólares de la soja, a partir de abril, podrá permitir un mayor flujo de divisas para la industria, algo que ya comenzó con el sector automotriz. "Para asegurarse este flujo de dólares, no debería sorprender que el Gobierno intente volver a colocar deuda, aunque sea a tasas altas, que les permitiría estimular la actividad sin presionar al alza los niveles de inflación", prevé Ronderos.

Estancamiento sin crisis

El consenso de la consultoría económica sostiene que 2015 será un año de estancamiento sin crisis, con menos inflación y caída de la actividad que el año pasado. Entre los consultados, la variación del PBI rondará entre 0 y -1,5 % para el escenario base. En tanto, la inflación experimentará un leve retroceso y se ubicará cerca del 30% anual, producto de la contracción en el nivel de actividad y del mayor atraso del tipo de cambio.


En cuanto al dólar, el ritmo de devaluación será mínimo a lo largo del año para contener la presión sobre los precios. "Esperamos solamente leves correcciones cambiarias, por lo que la devaluación más fuerte tendría lugar a fin de año, con la asunción del nuevo gobierno, o en los primeros meses de 2016", dice Domenecq. Para la mayoría de las consultoras, el tipo de cambio oficial rondará los $ 10 a fines de 2015. Sin embargo, advierte Tiscornia, el valor del dólar oficial a fin de año podría superar los $ 10, dependiendo de las medidas con que arranque el nuevo Gobierno y del timing de su implementación, pero podría superar ese valor.


En este contexto, según abeceb.com, el desempleo se mantendría en niveles similares a los de 2014 (7,3%), dado que el ajuste se dio el año pasado y las expectativas, por el cambio de gobierno, lucen positivas.

¿Y la amenaza buitre?

La demora en alcanzar un acuerdo con los holdouts no se traduciría en una crisis cambiaria o financiera, gracias al swap con China, la posibilidad de emitir deuda bajo legislación local y, fundamentalmente, al optimismo de los mercados frente al cambio de gobierno.


"El swap de China y la posibilidad de emitir deuda son factores positivos pero no determinantes. Los riesgos asociados al default se disipan principalmente porque se aproxima la fecha de cambio de gobierno", considera Domenecq, para quien el mercado entiende que la nueva administración traerá mayor voluntad de negociación y de resolución del frente externo, lo que le hace retroceder el riesgo argentino de corto plazo.


Para Ronderos, la permanencia del default se traduce en que las tasas pactadas en las emisiones de YPF y del gobierno porteño se hayan ubicado muy por encima de las del promedio de la región. En ese sentido, "el costo asociado al default no se ha disipado", considera, aunque admite que el swap con China y la mayor ortodoxia del Banco Central evitaron una corrida cambiaria a fines del año pasado y una disparada del dólar blue. En este marco, la expectativa de cambio de gobierno es un factor positivo.


"Se espera que cualquiera de los candidatos mejor posicionados cambie la actitud frente a los mercados internacionales y llegue a un acuerdo con los holdouts que reduzca las tasas de interés para el endeudamiento externo", opina el economista de abeceb.com.


"En la negociación de la deuda, la estrategia oficial parece estar focalizada en patear el problema para el próximo Gobierno", dice Castillo, quien, de todas formas, prevé que la coyuntura económica internacional permitiría hacer emisiones de deuda en dólares bajo legislación local que ayuden a atender las necesidades financieras del Tesoro y, con ello, a limitar la presión sobre las reservas internacionales. Sin embargo, incluso suponiendo emisiones de mercado importantes, es difícil estimar que las reservas no muestren un deterioro en 2015.


Para Tiscornia, el default agrava la escasez de divisas que enfrenta el país y que impide un crecimiento vigoroso de la actividad económica, dada la incapacidad de pagar las importaciones de insumos que requeriría. Además contribuye a la permanente especulación con una devaluación brusca. "Este aspecto el Gobierno parece haberlo controlado gracias al swap con China, que permitió aumentar las reservas internacionales del Banco Central. Pero es sólo una contención de corto plazo; el riesgo de devaluación sigue estando", evalúa Tiscornia. La posibilidad de que un grupo de inversores pida la aceleración de la deuda y de que avance la causa de los holdouts sigue latente. "Son riesgos ciertos, pero que parecen mitigados por ahora por la especulación con el cambio de administración, tal como muestra la baja del riesgo país en las últimas semanas", agrega, y no descarta que el Ejecutivo intente emitir deuda bajo legislación local para reducir la escasez de divisas.


En el discurso de apertura del 133° período de sesiones ordinarias del Congreso del domingo, la Presidenta felicitó al equipo económico por ayudarla a remontar las expectativas negativas sobre 2014. Este año debería agradecerles a los principales presidenciables, que transmiten a los mercados la llegada de un nuevo ciclo.

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