Menos cortes y más aumentos en el cuadro estival del sistema eléctrico

Mientras Gobierno define nuevas tarifas, la red eléctrica consiguió atenuar los cortes, en parte gracias a acciones de mantenimiento que alentaron las subas aplicadas desde abril.

Hace casi un año una legión de camalotes bloqueó la toma de agua de Central Costanera y multiplicó cortes eléctricos en toda el área metropolitana, donde estas interrupciones ahora parecen haberse atenuado. Días atrás, cáscaras de eucaliptos que vuelan con las tormentas asediaron como de costumbre una línea de alta tensión misionera provocando un apagón importante, como en otros tórridos lugares del interior. Infortunios menores que desnudan la debilidad de un sistema en tránsito hacia otro régimen económico, con mejorías pero que aún cruje.

Los cortes estivales aún son inevitables. Pero la situación de este verano parece menos dramática de lo que se temía por cierta conjugación de factores, algunos fortuitos, otros resultados de la programación.
Hubo un adelanto de tareas operativas de mantenimiento en todos los tramos de la red y, al mismo tiempo, la temperatura acerca la demanda al límite pero no lo trasvasa.

Por encima de 35 grados ni la generación ni la distribución soportan los requerimientos eléctricos. Esto explica -aunque sólo en parte- que en provincias donde el calor superó la semana pasada cómodo los 40 grados haya habido interrupciones. Pero la realidad es que, más allá de cuestiones circunstanciales como un tornado que afectó la infraestructura en Santiago del Estero, las redes de distribución del interior están dramáticamente pauperizadas y expuestas al colapso.

Córdoba es casi un caso testigo. Según una calificada fuente del sector, la distribuidora provincial Epec está entre las que cobran tarifas más altas y, al mismo tiempo, su infraestructura es una de las más deficientes. Corrientes y Chaco tampoco se quedarían atrás, lo que acentúa la brecha con las redes capitalinas, cuyo mantenimiento empezó a mejorar paulatinamente.

Edesur, en cuyo ámbito se suelen registrar los cortes más abruptos, hizo mejoras en Quilmes y Caballito, dos puntos neurálgicos. A esto agregó Gerli Santa Rita. Estas obras permitieron que los cortes fueran este diciembre un 20% menor que los del año anterior, según señala la compañía liderada por la italiana Enel.Al igual que Edenor, tuvo el incentivo de una mejora tarifaria que, a diferencia de los ajustes del gas, no fueron interrumpidos por órdenes judiciales y se aplicaron desde abril. Ese eficaz aliciente se potencia por el plan oficial en marcha de seguir con los aumentos a partir de febrero.

La otra realidad insoslayable es que la demanda eléctrica se frenó, en gran medida porque se aletargó el consumo y la industria: según datos de Cammesa (Compañía Administradora del Mercado Mayorista Eléctrico Sociedad Anónima), la demanda industrial es la menor desde el 2013. Paradójicamente, lo que puede interpretarse como una noticia adversa resulta una compresa fría sobre el tendido energético.A menos que hubiese una explosión de la actividad productiva y los premios tarifarios para usuarios que ahorren fueran totalmente ineficaces (el residencial que economice más del 20% zafa de pagar aumentos), la red se encamina a operar con menos presión.

No sólo por las obras en distribución sino porque en los próximos 12 meses habrá una oferta eléctrica incrementada en más de 3000 megas por las licitaciones en curso. Ese cuadro auspicioso es uno de los tantos a favor que puede anotarse la gestión de Juan José Aranguren, reforzando el sólido respaldo de su jefe político, Mauricio Macri.

Uno más: una gestión no peronista habría conseguido allanar el camino con los gremios del sector para evitar medidas de fuerza y presuntos boicots del servicio como herramienta de presión sindical, a través de acuerdos no escritos con la Federación que conduce el chaqueño Guillermo Moser y el sindicato capitalino, a cargo de Rafael Mancuso.

Subas en el mes del Carnaval

A partir del mes próximo habrá subas en generación, transporte y distribución, que fueron justificadas en recientes audiencias públicas. Pero el Enre (Ente Nacional Regulador de la Electricidad) aún no autorizó los cuadros tarifarios precisos y por ahora evita hacer pública esta decisión siempre sensible.

En rigor, el Gobierno tiene bajo revisión toda su estrategia tarifaria bajo la consigna de minimizar el impacto político en un año electoral y extrema los cuidados para no anunciar aumentos que se superpondrán en estos días a otros precios regulados.

En el escenario de aquellas discusiones no vinculantes, las distribuidoras reclamaron subas de entre el 30 y el 35% de mejora en su margen. El Valor Agregado de Distribución (VAD) representa la mitad de la factura de los usuarios capitalinos y del Gran Buenos Aires. El resto se divide en partes iguales entre los impuestos y el precio mayorista.
Este último también se dispone a aumentar el próximo mes, de modo tal que una factura de consumo promedio de 300 kilowats/hora por mes pasaría de los $ 360 en diciembre (incluida la pretendida suba en distribución) a $ 490, si se sostiene la propuesta del Ministerio de Energía.

Según el plan oficial, en el próximo trienio seguirá el recorte progresivo de los subsidios que hoy paga la Nación para acotar el precio mayorista en todo el país, ya que la tarifa final no responde a los costos económicos de generar electricidad en cualquiera de sus formas. Esa subvención es válida para todas las distribuidoras de la Argentina, al margen de cuál sea su estrategia comercial respecto al usuario final.

Hasta principios del año pasado, el cliente residencial del Gran Buenos Aires pagaba sólo el 15% del valor de la energía que consumía. Este porcentaje se duplicó en el 2016 y llegaría al 45% este año, a partir del mes próximo.
En la medida en que el usuario final paga más, el Estado debe afrontar una subvención menor y, según la proyección oficial, ese camino podría terminar en el 2019, cuando los consumidores de todas las categorías paguen lo que realmente cuesta generar el servicio, liberando a las arcas públicas de esa carga. Eso hoy ya ocurre con los grandes usuarios que contratan energía directamente a las distribuidoras,

Éste es el corazón del nuevo sistema que se está intentando aplicar gradualmente y que implica actualización y ajustes periódicos. Cammesa recalculará semestralmente el PEST (precio estacional), en función del costo de combustible y otros factores, con el consiguiente impacto en el resto de la cadena. De la mano de esos incrementos van las inversiones que también deberán ser competencia exclusiva de las prestadoras.

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